Estrés térmico: hipotermia e hipertermia

En ambos casos la temperatura del agua en la que se realiza la inmersión tiene mucho que ver. Cuando el medio acuático en el que nos movemos tiene una temperatura considerable, en torno a los 28º y a ello unimos el calor que puede producir el traje o una mala preparación hídrica puede llegar a provocar hipertermia con síntomas como la debilidad muscular, incomodidad, falta de concentración, fatiga, náuseas y calambres musculares. En estos casos el afectado debe colocarse en un lugar fresco y cubrirle con agua de entre 25 -30º y ventilarlo constantemente. Jamás debe aplicarse agua fría o hielo directo sobre el cuerpo sino en zonas como el cuello, las axilas e ingles. Es necesario que se produzca una rehidratación haciendo que tome al menos 1 litro por cada kilo perdido. El caso contrario es la hipotermia. En este caso el cuerpo del buceador se enfría principalmente si la inmersión se produce en aguas muy frías o heladas.

La falta de coordinación muscular, los escalofríos y temblores, la disminución del ritmo cardíaco y respiratorio e incluso la pérdida de consciencia suelen ser los síntomas más habituales. La rehidratación de bebidas no alcohólicas vuelve a ser de vital importancia así como la inmersión en un baño caliente con temperaturas que no ronden los 38 a 44º abrigando al afectado con ropa de abrigo secas.



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