El problema de la visión

El problema de la visión fue algo más difícil de solucionar. El buceo sin ningún tipo de protección ocular hizo que las lesiones entre los pescadores de esponjas y ostras fueran tremendamente corrientes. Era necesario idear una manera de aislar la visión del contacto directo con el agua salina pero para ello era necesaria una técnica y un material que en etapas históricas muy tempranas aún estaban por descubrir. Las grandes dificultades agudizan el ingenio y esto ocurrió con el problema antes descrito. Sería en la Polinesia, donde la actividad submarinista con fines comerciales era muy activa, donde nacerían las primeras gafas submarinas, realizadas con madera y concha de carey pulida, si bien desconocemos el momento exacto del nacimiento de este descubrimiento.

Los pueblos marinos del Mediterráneo también encontraron una solución parecida en la que la concha de carey se sustituyó por el asta de toro como improvisado cristal. Ya disponía el buceador de lastre y de gafas y no se tardaría mucho en contar con otro elemento que mejorase el desplazamiento del hombre por el agua a partir de la observación de quienes eran profesionales en el sector: los peces. Nos referimos a las aletas natatorias y este descubrimiento, producto de la observancia de la fauna marina, no sería el único. Antes nos hemos referido a los primeros profesionales dedicados al buceo por cuestiones comerciales como el caso de los pescadores de corales, perlas y esponjas en el Mediterráneo y en el mar Rojo. Este trabajo, la peligrosidad que conllevaba y el valor de lo adquirido llegaron a hacer que el buceador, en la antigua Grecia, gozase de cierta distinción social tal y como ocurriría con las mujeres japonesas dedicadas a la recolección de perlas y que gozaban de fama y distinciones especiales. Todos ellos emplearon el buceo en apnea. Más tarde nacerían las primeras campanas de buzo y, tal y como nos relata Aristóteles, hacia el siglo IV aC, y el barril de cristal en el que Alejandro Magno, en Tiro (332 aC) consiguió visualizar el fondo marino en la primera mitad del siglo IV aC. El interés comercial no fue el único aliciente para realizar paseos, más o menos cómodos, por el fondo marino. En una época en la que imperios nacían o desaparecían en pos del nacimiento de otros, en la que los grupos humanos ganaban espacio terrestre haciendo uso de la polemología, la necesidad de encontrar métodos militares más efectivos llevó a la posibilidad de emplear el buceo con fines bélicos. Los griegos fueron los primeros en utilizarlo empleando un tuvo que permitiese la respiración. Aristóteles en el siglo IV a. C. dice así: “… estaban dotados para permanecer largo tiempo bajo el agua de un tubo que les hace semejantes a los elefantes…”. Describía así una especie de cámara de buceo campaniforme, semejante a una caldera al revés llena de aire, empleada para la extracción de objetos del fondo marino. En un bajo relieve hallado en el palacio del rey asirio Asurbanipal II , datado en el 860 a.C., aparecen representados guerreros portando odres de carnero bajo el cuerpo, supuestamente llenas de aire, con un pequeño tuvo unido a ello y que les permitiría la respiración. A mediados del siglo VI a. C. Herodoto narra la historia de Scyllias quien buceó con el fin de cortas las amarras de los barcos persas.



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