No hay unanimidad a la hora de explicar como nació Andorra la Vella. Hay una teoría que afirma que se creó en torno a la Iglesia de Sant Esteve, pero otra la refuta al asegurar que surgió como un barrio de Santa Coloma. Pero pese a este desacuerdo, Andorra la Vella no tardó en asumir su papel de capital del principado. Fue un proceso fecundado por las reuniones de los consellers, los representantes electos de las seis antiguas parroquias.
Desde tiempos inmemoriales sus habitantes se dedicaban a la agricultura, la ganadería y a la forja, un tipo de industria muy arraigada en Andorra. La revolución industrial la produjo en el Principado el sector textil que, con el paso del tiempo, se convertiría en un auténtico motor de la economía local, pero que sobre todo, produjo un gran cambio en la distribución del trabajo. Los hombres manejaban los telares mientras las mujeres hilaban.
No fue hasta el siglo XX, el momento en el que la capital sufriría su mayor transformación. La Primera y la Segunda Guerra Mundial, y los acontecimientos que los dos conflictos provocaron en Europa, y la Guerra Civil española desencadenaron, sobre todo debido a la inmigración, que en Andorra comenzaran a construirse casas y hoteles y que llegara a convertirse en el centro comercial de primer orden que hoy es.