Aranjuez ha estado ligado a la corona desde tiempos de los Reyes Católicos, ya que era uno de los lugares donde los reyes podían descansar y practicar una de sus aficiones favoritas: la caza. Estos parajes fueron propiedad real hasta que Fernando VI comenzó a permitir el asentamiento de la población. Fue entonces cuando la nobleza levantó magníficas residencias, además de construirse el Jardín del Príncipe, numerosas fuentes y el embarcadero. La casa del Labrador, la Casa de Marinos, el palacio de Godoy o el de los Duques de Medinacelli pertenecen a la época de Carlos IV.