El valle en el que está situada Archena fue habitado por los íberos, que dejaron importantes testimonios arqueológicos como la necrópolis localizada en el "Cabezo del Tío Pío" que data de los siglos IV al III d.C. Entre las piezas de cerámica ibérica encontradas en estos yacimientos destaca el "Vaso de los Guerreros" que en la actualidad puede verse en el Museo Arqueológico Nacional. Los cartaginenses levantaron guarniciones militares en la localidad pero fueron los romanos los que crearon un núcleo de población con importantes edificaciones alrededor de las aguas termales. De la etapa musulmana se sabe que los árabes construyeron un castillo sobre una antigua fortaleza romana. El castillo dominaba todo el Valle de Ricote, pero hoy se encuentra en un estado ruinoso. El siglo XVI fue una época próspera para la localidad, conoció un aumento demográfico y se fortaleció la agricultura, en especial el cultio del aceite y el arroz. En cambio, el siglo XVII fue desastroso para la economía y la sociedad de Archena. Una sucesión de plagas, epidemias, asolaron la región. Su población descendió por estas causas y también por la expulsión de las familias moriscas. Aunque parece ser, que muchas de ellas pudieron regresar tiempo después a sus hogares. En el siglo XVIII, Archena volvió a disfrutar de un período de esplendor y desarrollo económico, al igual que en la segunda mitad del siglo XIX, esta vez favorecido por la llegada del ferrocarril y la explotación de la agricultura y la industria conservera. Y ya a mediados del siglo XX , Archena desarrolla una profunda transformación económica en la que por primera vez en su historia, la mayor parte de su población no vive sólo de la agricultura.