Según Occidente los aborígenes ocupaban las tierras del territorio que hoy se conoce como Australia hace más de 50 mil años. Los aborígenes utilizaron la pintura rupestre para transmitir historias de padres a hijos. Se pueden encontrar multitud de pruebas de la existencia de un pasado milenario en todo el territorio de Australia.
Los australianos, desprovistos de una identidad cultural propia, han tomado de aquí y de allá numerosos y diversos elementos provocando y creando costumbres muy propias y haciendo de Australia un lugar abierto. El país cuenta con aproximadamente 17 millones de habitantes. Los estados más poblados son Nueva Gales del Sur y Victoria. Sus capitales, Sydney y Melbourne, respectivamente, cuentan con más de tres millones de habitantes cada una.
La población se concentra a lo largo de la costa este, de Adelaide a Cairns y de forma muy similar, aunque en menor número, en Australia Occidental. El centro del país está muy despoblado. Existen alrededor de 230 mil aborígenes, la mayoría concentrados en las zonas del centro y del norte. Los aborígenes tienen hoy una ley a su favor para reivindicar todas las tierras de dominio público que fueron habitadas por ellos antes de la colonización.
Hasta la Segunda Guerra Mundial los australianos eran, predominantemente, descendientes de ingleses e irlandeses. Sin embargo, finalizada la Segunda Guerra Mundial hubo un cambio drástico en los flujos migratorios, recibiendo el país a europeos, mayoritariamente griegos e italianos pero también yugoslavos, libaneses y turcos. Si viaja a Australia buscando auténticos australianos encontrará una muestra de todo el mundo, todos ellos australianos, todos ellos “aussies”. La típica imagen de “Cocodrilo Dundee” es casi una fantasía, un modelo rural que se ve muy poco. Australia es, en fin, sinónimo de diversidad.