La creación de los primeros núcleos habitados se debe a los íberos laeitanos, pero no fue hasta la llegada de los romanos cuando se funda la colonia Iula Augusta Paterna Faventia Barcino, a finales del siglo I a.C., en el monte Táber. A la caída del Imperio Romano, Barcelona fue fugazmente la capital del reino visigodo, en la que se instalaron Ataúlfo y su esposa Gala Placidia. A principios del siglo VIII se incorporó al mundo islámico y en el 801 fue conquistada por los francos bajo las órdenes de Luis el Piadoso, convirtiéndose durante varios siglos en la plaza fuerte crucial de la frontera meridional del reino franco.
En el año 985, fue atacada por Almanzor, y aunque la ocupación no llegó al año, no recuperó su esplendor hasta entrado el siglo XI, con el gobierno de Ramón Berenguer I. Con la expansión de la Casa de Barcelona, siglo XIII, en la que son conquistadas Mallorca, Valencia e Ibiza, el comercio marítimo creció rápidamente, lo que, entre otras cosas, llevó a la ciudad a convertirse durante el siglo XIV en el núcleo de una potencia mediterránea -Mallorca, Valencia, Cerdeña, Córcega y Sicilia-. Pero con el traslado de la corte a Nápoles en el 1.442 y la ya creciente prosperidad de Valencia, Barcelona perdió importancia política y financiera.
En 1640 tuvo lugar un levantamiento contra la autoridad real que degeneró en una guerra de 12 años, al final de la cual la ciudad perdió los privilegios militares de que gozaba y aceptó la monarquía de Felipe IV. En el pleito por la sucesión de Carlos II Barcelona se mantuvo fiel al archiduque Carlos de Austria frente a Felipe V de Borbón, quien en 1714 asedió la ciudad, y tras someterla, abolió su régimen municipal y sus libertades históricas. En la segunda mitad del siglo XVIII se produjo una recuperación económica y demográfica, aparecieron los primeros establecimientos bancarios, se construyó la Barceloneta, se urbanizaron las ramblas y se formó el paseo de Gràcia y el de Sant Joan.
Después de la guerra con la Francia napoleónica se inició una etapa de crecimiento económico y demográfico que culminó con la Exposición Universal de 1.888, el derribo de las murallas y la planificación de L"Eixample. El final del siglo XIX y el primer tercio del XX significaron para Barcelona un período dorado en el aspecto económico, social y cultural. La última dictadura española supuso un estancamiento cultural, un aumento espectacular de la población debido a la inmigración y una expansión urbanística incontrolada.