Gracias a su estratégica ubicación, los romanos se instalaron en esta tierra y edificaron un fuerte al que llamaron Bisuldunum. A finales del siglo IX llegó a convertirse en la capital del condado, lo que la afianzó notablemente frente a otras localidades de la región. Pero aquella prosperidad se vio truncada, como en otras muchas poblaciones de la península, por la crisis demográfica y social de los siglos XIV y XV.