Los búlgaros son los únicos seres en el mundo que niegan con la cabeza para decir sí (da) y asienten para expresar negación (ne).
Según los datos del últimos censo de 2000 la población es de 8.329.000, de los que 67% viven en las ciudades. La densidad de habitantes por kilómetro cuadrado es de 76.2. 2 hab./km. cuadrado.
Desde un punto de vista etnográfico, la población búlgara es bastante homogénea: un 86% de sus habitantes comparten los mismos orígenes y constituyen el núcleo de la nacionalidad búlgara. Los turcos representan la minoría más importante del país, siendo cerca del 10%, seguido de los gitanos con un 3.2%.
Los búlgaros en su mayoría son cristianos ortodoxos, mientras que los musulmanes representan el 12.7% de la población, incluyendo no sólo a la minoría turca sino también, una parte de los gitanos y los pomaks (descendientes de los búlgaros que adoptaron el Islam en el siglo XVII). Los pomaks hablan búlgaro y respetan las tradiciones búlgaras pero profesan la religión musulmana. En cuanto a los católicos, se calcula su número en cincuenta mil personas.
Los rasgos físicos de los búlgaros son muy variados. Hay rubios y morenos, de ojos azules y marrones, bajos y altos, pero todos ellos tiene en común el hablar la lengua búlgara, idioma de origen eslavo. Por su folclore y tradiciones, los búlgaros son incluidos en el grupo balcánico.
Existe una cierta diferencia en cuanto al carácter y la mentalidad de los búlgaros, de acuerdo a la región que habita cada uno. Por ejemplo, los habitantes de Sofía (llamados shopi), son famosos por su obstinación y terquedad, mientras que los macedonios se caracterizan por su fogosidad y vivacidad. En cambio, los gabrovianos son conocidos por su proverbial avaricia (sin lugar a dudas exagerada).
Los búlgaros reúnen todos los rasgos típicos de los pueblos que han sufrido a lo largo de su historia: discreción, laboriosidad, hospitalidad, amabilidad y disponibilidad son tan sólo alguno de los gestos que caracterizan a los búlgaros. Además, el respeto y las relaciones amistosas, son la nota predominante. El profundo sentido del humor, junto a la curiosidad y los deseos por aprender cosas nuevas son rasgos que definen bien a los habitantes de este preciosos país. Para ellos, la sociedad, las comidas con los amigos y el buen vino son valores muy altos. A pesar de sus ideas europeas, los búlgaros conservan rasgos orientales, sin olvidar las influencias mediterráneas que se perciben, sobre todo en las mujeres de edad, en el color negro de sus vestimentas.
Entre las costumbres más interesantes se encuentran las Martenitzi (símbolo de la salud, de la fertilidad y del amor). Se trata de una tradición muy antigua, de la época pagana, respetada vivamente por los niños y por los mayores de edad. El día uno de marzo todos los búlgaros van decorados con los martenitzi y las conservan hasta la llegada de la primera cigüeña, entonces las cuelgan en los árboles para que se cumplan sus deseos. Por otro lado, con los Surva, Surovachka (ramitos de cornejo de forma tradicional, decorados con lazos multicolores, palomitas de maíz y frutas secas), los niños "golpean" a sus padres, abuelos y amigos para desearles salud y suerte. Estas dos costumbres nos muestran que los búlgaros son, en definitiva, gente de buenas intenciones.