El aceite de oliva, cuyo cultivo se extiende por toda la provincia, es elemento indispensable para la elaboración de aderezos y platos típicos, como el salmorejo y el clásico gazpacho, tan apetecibles en la época de verano. En Córdoba se cría ganado lanar, vacuno y porcino de gran calidad, siendo apreciables sus jamones de cerdo ibérico, sobre todo los del valle de Los Pedroches. Su chacinería también es apreciada, destacando las morcillas de Hinojosa y Fuente Ovejuna y la caña de lomo y el salchichón de Pozoblanco, así como sus quesos, menos conocidos pero de excelente calidad. En el Valle de los Pedroches, se produce un queso de leche de oveja muy singular, que se comercializa curado y con corteza estriada. Pero el más conocido es el queso de cabra que se elabora en la localidad de Doña Mencía.
La cocina cordobesa tiene gran tradición campestre, y entre sus platos típicos destacan las cazuelas con habas, los revueltos de espárragos o las migas serranas. Una de las especialidades que no falta en las cocinas cordobesas son los guisos de carne, cordero en caldereta y, sobre todo, el estofado de rabo de toro. Existen también grandes variedades culinarias que ofrece la caza, como la perdiz, estofada, marinada o con habichuelas.
Sus postres tienen gran influencia árabe. El pastel de hojaldre y el cabello de ángel conocido por el pastel cordobés, al que algunos añaden jamón. Dignos de destacar son el membrillo de Puente Genil, los roscos de Priego, los merengues de Aguilar, los alfajores, los pestiños, las perrunas de manteca y los polvorones. Todo ello complementado por sus famosos vinos, especialmente Montilla y Moriles, y los anisados y aguardientes de Rute.