Este monumento es considerado una de las maravillas culturales más grandes de España y también del mundo islámico, este asombroso complejo data del año 700 como una iglesia para posteriormente ser convertida a una mezquita en una época en la que Córdoba era la ciudad líder de Europa en ciencia y cultura bajo el gobierno del Emir Abd-ar-Rahman.Un símbolo muy característico de la mezquita es su conjunto de columnas y arcos al entrar, con su patrón de ladrillo y piedra de dos tonos.
Hay 850 columnas en total, y el efecto de la luz solar que se filtra por la sala es inolvidable, al igual que el Mihrab (ábside) con su caligrafía dorada.
La mezquita se convirtió en iglesia tan pronto como se retomó Córdoba en 1236, y a partir de entonces se construyeron varias capillas, culminando con la nave de la catedral en el año 1500.
La Mezquita de Córdoba ha servido de modelo para muchas otras en todo el territorio islámico. De encanto único, es uno de los monumentos más importantes y conocidos de la Península. Junto con la Alhambra de Granada, está considerada el patrimonio español islámico más importante, siendo declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Miles de turistas llegan cada año, algunos de ellos desde otros rincones del mundo a conocerla. ¿De dónde procede su encanto especial? Difícil es saberlo, pero se siente al cruzar el Patio de los Naranjos, donde ya el silencio espiritual flota en el aire. Al pasar al interior, las galerías de arcos provocan la sensación de estar mirando el infinito. Al igual que en Toledo, la unión de las culturas se nota en este singular edificio, Mezquita en los orígenes, Catedral durante siglos. Cada una de las culturas aportó su granito de arena. Si es cierto que el Altar Mayor interrumpe las galerías, también lo es que no deja de ser una obra de arte por sí misma. La conversión de las mezquitas a iglesias ha sido una actividad común a lo largo de la Reconquista, pero en pocos sitios se siente tan vivas a las dos culturas, como en este singular templo, lleno de historias, leyendas y fervor religioso. La Mezquita, de poca altura pero muy amplia, ocupa un perímetro considerable y está rodeada de callejuelas al estilo de las ciudades árabes (como el Albaicín de Granada o las tortuosas calles de Toledo). Su exterior austero, apenas adornado con arquitos y alamedas, no parece albergar la riqueza que tiene dentro.
Historia:
En realidad, la Mezquita en sus orígenes no lo fue como tal, sino más bien un templo cristiano, ya que existió un templo romano y después uno visigodo dedicado a San Vicente, antes del 711. Unos años después de la llegada de los musulmanes a la ciudad, Abderramán I ordenó la construcción de una Mezquita Mayor para servir de lugar de rezo a los fieles. En el 785, la basílica de San Vicente fue derruida. Se construyó el haram con once naves perpendiculares a la Qibla, para mostrar el poderío del imperio del al-Ándalus. Fue ampliada por Abderramán III, quien añadió más galerías a la sala de oraciones. Abd al-Rahman III, amplió el patio y construyó un nuevo alminar. Quizás estas ampliaciones tuvieran que ver con el hecho de que Córdoba era por aquel entonces, la ciudad más grande de Europa, con el doble de habitantes que en la actualidad. Al-Hakam III amplió la sala de oración hacia el sur y Almanzor en sentido lateral, ya en el siglo X. Inmediatamente después de la Reconquista de Córdoba, en el 1236, Fernando III convirtió la mezquita en una catedral y la nombró como parroquia de Santa María de la Asunción. Los primeros cambios comenzaron con la construcción de las capillas a lo largo de las galerías de arcos exteriores. Pero el auténtico destrozó se llevó a cabo en 1489, con la construcción de la Capilla de Villaviciosa, justo en el centro. En el siglo XVIII, las naves fueron cubiertas con bóvedas de yeso con aberturas para la entrada de la luz. Los siguientes dos siglos introdujeron nuevas capillas.
En las afueras de la antigua mezquita se encuentra El Patio De Los Naranjos Como su nombre indica, está formado por naranjos, perfectamente alineados, cargados de la deliciosa fruta y regados por un sistema de canalillos y fuentes. Una auténtica belleza que da entrada a la Mezquita y data del siglo VIII. Fue levantado sobre el anterior Patio de las Abluciones musulmán. La reforma se debió a los artistas Hernán Ruiz III y Asensio Maeda. En un principio, el patio no estaba totalmente separado del interior de la Mezquita, sino que quedaba unido a ella por una galería de arcos por la que se accedía al templo. Los arcos fueron cerrados para crear un muro y una separación definitiva, aunque todavía hoy pueden distinguirse en el interior de las capillas. El único que ha sobrevivido es el que quedaría como entrada, la Puerta de las Palmas o de las Bendiciones del 958. El Retablo de la Anunciación que lo acompaña, es casi seis siglos posterior, de 1533. Las fuentes que riegan los naranjos son relativamente modernas, pues la única musulmana que se conserva es un aljive árabe del siglo X. Los naranjos fueron plantados por los mudéjares, ya en época cristiana.
El Templo Musulmán: La planta de la primera construcción no estaba orientada a suroeste, sino que la Quibla estaba orientada hacia el sur. Muchas de las columnas pertenecieron a la época romana (las más labradas) o al templo visigodo (las más toscas), todas ellas son de mármol o granito y los capiteles pertenecen al orden corintio. La cubierta de las naves estaba formada por tejados a dos aguas. Pero la gran innovación de la Mezquita cordobesa, lo que se exportaría después a medio mundo, son las arquerías. Cada una de las columnas sustenta un pilar, encima arcos de herradura ofertados al estilo visigótico y por encima, los bellos arcos de medio punto tan comunes en la arquitectura árabe. Los primeros reparten el peso de los pilares, mientras que los segundos, sostienen el peso de los muros. Las finas columnas y la arquería de alta altura, provocan una sensación de ingravidez, a la vez que no entorpecían la visión de los fieles del imán que dirige la oración. Las dovelas bicolores son de una gran belleza, provocadas por los materiales, el ladrillo y el pilar. Las arquerías forman un bosque de 856 columnas de brillante mármol, en 19 largas naves, creando armoniosos efectos geométricos. Llama la atención el espectacular Mihrab y su cúpula de gallones decorada con teselas de oro, azul y rojo. La Quibla y el Mirab originales, no sobrevivieron a las ampliaciones. La reforma del califa al-Hakam, siguiendo el modelo de Medina Azahara, fue la más rico e importante, en cuanto a la decoración. Las bellas cúpulas de arcos entrecruzados, se exportarían a todo el Imperio Musulmán. El Muro de la Quibla de la misma época, contiene cinco salas, correspondientes a cada una de las naves. Por el lado occidental efectuaba su entrada el Califa, a través de un pasadizo que unía el templo al Alcázar. En las orientales se guardaba el tesoro del templo. Las columnas de capitel corinito, de fuste azul y fuste rosado en las de capitel compuesto, son también de esta época. La maqsura se rodeó de arcos lobulados elevados, cerrando la zona, el mismo sistema que se utilizaría siglos después con la Capilla de Villaviciosa el lucernario. Los cimborrios o linternas fueron la aportación principal de al-Hakam, siguiendo el modelo bizantino, están cubiertos por cúpulas de arcos entrecruzados en medio punto, con un espacio poligonal en su interior. La techumbre de la zona ampliada, restaurada hace poco, es de madera. Cada una de sus vigas está decorada con relieves policromados. La Maqsura y el Mihrab son las construcciones más ornamentadas, a base de zócalo de mármol, frisos con pequeños arcos lobulados, mosaicos con motivos cordobeses, motivos decorativos realizados por un artista de Bizancio. El Mihrab está recubierto por una bella cúpula de gallonada con forma de concha. La puerta de bayt al-mal (también conocida como puerta del Chocolate), es la única que se conserva de muro de Al-Hakam. La puerta estaba destinada a permitir el acceso desde el exterior a la sala del tesoro. Almanzor fue el que convirtió el muro oriental en una inmensa arquería de arcos de herradura. Fue entonces cuando el Minrab quedó descentrado, al añadirse naves hacia uno de los lados. Fueron muchos los elementos artísticos que se perdieron con el paso del tiempo, y no todos debidos a las reformas, sino simplemente al uso y los años. Todavía hoy se ve parte de los colores que lo recubrían todo, el rojo y el azul de las techumbres, los fustes y las dovelas lisas de dos arcos. Gracias a la combinación de colores, los elementos decorativos, la ingravidez de las columnas, la luz de los cimborrios y linternas, se formaría una atmósfera espectacular, que haría que el creyente se sintiera perdido en la inmensidad del poder de Dios y del Califa. La atmósfera de espiritualidad tuvo que influir en cada uno de los que entraron al espacio sagrado, entre ellos los cristianos, que no dudaron de utilizar esta impresionante creación.
El templo cristiano:
En la época de Fernando III, la única reforma fue la introducción de rejas para delimitar algunas zonas destinadas a ser capillas funerarias. La Capilla de Villaviciosa ocupó el lucenario de Abd al-Rahman II, cinco naves. Alfonso X el Sabio, mandó construir una zona dedicada en un principio a capilla, pero que acabó convirtiéndose en Sacristía. La Capilla Real se construyó en 1371 sobre la Sacristía, por orden de Enrique II. De planta rectangular, está recubierta con una bóveda mudéjar de arcos entrecruzados, decorados con mocárabes. La Capilla Mayor fue construida durante el gótico, en el 1489. Situada en el centro, rompe el esquema longitudinal del templo árabe. La nave única se divide en cuatro tramos y utiliza una combinación de arcos de herradura y apuntados. El rosetón sirve para la entrada de luz, iluminando el conjunto. En 1521, el cardenal Alonso Manrique decide la construcción de la Catedral Nueva y se la encarga a Hernán Ruiz el Viejo. La idea era crear un lugar cerrado dentro del templo musulmán, esto suponía la destrucción de parte de este, pero la armonía del edificio dentro del otro edificio es asombrosa. Están separados por una tupida red de columnas, el interior más iluminado corresponde al templo cristiano, de tacha gótica. La planta es de cruz latina formando un rectángulo, con tres naves. La central está cubierta por una gran bóveda de cañón con lunetos. La decoración está basada en los motivos vegetales y platerescos. El trasaltar, obra del mismo arquitecto, presenta una serie de imágenes de personajes bíblicos y figuras alegóricas. Hernán Ruiz el Joven construyó los muros del coro de carácter renacentista, con columnas con frontones y motivos clásicos. La bóveda del presbiterio fue acabada por su hijo, Hernán Ruiz III. La decoró con bustos, medallones, animales y plantas, todo al estilo plateresco. La cúpula ovalada del crucero, es de estilo manierista, obra de Juan de Ochoa. El Retablo Mayor de mármol rojo, al estilo manierista, es obra de Alonso Matías (1618). Destaca la Sillería del Coro, realizada por Perdor Duque Cornejo, en 1747 en madera de caoba. Está bellamente decorada con relieves bíblicos. Las capillas laterales (que ocupan cada tramo del lado norte de la Mezquita) pertenecen a distintos periodos, como la Capìlla de José y María, con elementos manieristas (siglo XVI) o la Capilla de Santo Tomás, de la misma época, la Capilla de San Acacio, del siglo XVIII. La Capilla de Concepción de Salizanes - obra de Melchor Aguirre- fue una de las más caras de todo el templo, pues está revestida de mármol. Una de las más conocidas es la Capilla de las Ánimas o de Garcilaso de la Vega el Inca (éste quiso está enterrado aquí). Cada una de las capillas contiene bellas obras de los siglos XVI al XIX, como retablos, lienzos, pinturas, relieves, imágenes: la "Inmaculada" de Baltasar de Águila, las pinturas de Pablo Céspedes de la Capilla de Santa Ana, la "Aparición de la Virgen" de la Capilla de Bautismo, realizados por Vicente Carducho, "El Cristo Atado a la Columna con San Pedro", del siglo XVI que se encuentran en la Capilla de San José, las imágenes de Pedro de Mena de la Capilla de Concepción de Salizanes, etc. En 1578 se construyó, en la parte añadida por Almanzor, la Parroquia del Sagrario, obra de Hernán Ruiz el Joven. Consta de una planta rectangular dividida en tres naves y con cabecera plana. La torre campanario de los cristianos está construida sobre el Alminar musulmán de 952 (Abs al-Rahman III). Hernán Ruiz III revistió sus restos con una torre típica de catedral, con campanario. Juan Siquerio añadió la parte del reloj en 1606, aunque la estatua de San Rafael no fue colocada hasta 1664. Entonces alcanzó su altura definitiva, cuarenta y siete metros, lo que hace que sea divisable desde cualquier punto de la ciudad.
Las Puertas: Abd al-Rahman III construyó la Puerta del Perdón, pero fue reformada por Enrique II en 1377, de ahí las armas de Castilla y León y los Santos realizados por Antonio del Castillo. La Puerta de Santa Catalina es obra ya cristiana, del siglo XVI de Hernán Ruiz el Joven, con un arco de medio punto y templete. El Postigo de la Leche servía para acoger a los niños abandonados, de ahí su nombre. La Puerta de San Esteban fue construida en el año 785 por Abd al- Rahmán I, de estilo curioso, con una combinación de arcos distinta al interior. La Puerta de los Deanes es una de las más antiguas, ya que fue construida en época de Abd al-Rahman II. La Puerta de San Miguel parece gótica pero todavía se pueden ver algunos de sus elementos musulmanes, como el mosaico original del tímpano. La Puerta de la Paloma o del Postigo de Palacio es obra de la reforma de Al-Hakam II pero fue reformada en el siglo XVI.
Mezquita - Catedral Torrijos, 10 Córdoba
Horarios: De lunes a domingo de 10:00 h. a 17:30 h. en invierno. De 10:00 h. a 19:00 h. en verano.
Precio: la entrada normal cuesta 6,50 euros, la tarifa reducida es de 3,25 euros. Los niños menores de diez años no pagan