La cocina criolla cubana es una explosión de sabores que tiene su origen en el mestizaje de ingredientes y formas de cocinar propias de España, África, Las Antillas y en menor medida del Lejano Oriente. Una mezcla que se ha ido enriqueciendo por las aportaciones de las diferentes regiones de Cuba. Este encuentro gastronómico ha ido madurando en los últimos cuatrocientos años. Los españoles aportaron las legumbres, el arroz, los cítricos como la naranja y el limón y la carne de vaca, mientras que los africanos hicieron presencia con el ñame y del Nuevo Mundo se incorporó la yuca, el maíz y el boniato o quimbombó.
En lo que se refiere a los arroces, le aconsejamos el arroz con pollo acompañado de queso rallado; el congrí, preparado con frijoles negros; la paella, derivada de la gastronomía ibérica, menos abundante que la nuestra y, en general, sin pescado y con los pequeños frijoles negros; el mundialmente conocido “arroz a la cubana” (arroz, huevo y plátano frito) o el famoso arroz “moros y cristianos”, donde el comensal mezcla los ingredientes a su gusto. Todos ellos son una delicia.
La carne de cerdo es la que cuenta con mayor demanda. El cerdo asado, acompañado de frijoles negros y arroz o el picadillo criollo, a base de carne de buey cortada en trocitos y acompañada de verduras son una delicia. Uno de los platos más tradicionales es el ajiaco, que para su preparación se requiere de tiempo, dada la cantidad de ingredientes que se utilizan. Para darle una idea, este plato consiste en carne de cerdo, tocino, boniato, malanga, yuca o calabaza, maíz tierno, plátanos, salsa criolla y un largo etcétera. La “ropa vieja” se hace con trozos de ternera acompañados de tomate y especias, y en los restaurantes encontrará el filete uruguayo, que se sirve acompañado de jamón y queso. Pruebe también los chicharrones de grasa, cortezas de cerdo bien fritas, que se transforman en machuquillo si lleva plátano frito.
El pollo, por su parte, es otro de los alimentos más requeridos de la gastronomía cubana. Puede estar macerado en ajo y zumo de naranja amarga o “frito a la criolla”, con naranja, guindilla, comino y orégano y recubierto de una salsa de cebolla, tomate, guindilla y granos de maíz. La preparación del pollo a la barbacoa es complicada: ahumado con madera de mango y marinado durante una hora con una espesa salsa de limón, el pollo se fríe en mantequilla hirviente y finalmente se coloca en una fuente de horno.
En cuanto a los pescados y mariscos, hay que decir que en la cocina cubana escasean los productos del mar, no así en los restaurantes de la costa. Los más populares son el pargo y la cherna, que no es otra cosa que el mero. La langosta, que prolifera en torno a los arrecifes, se prepara normalmente en la sartén, sin quitarle la cabeza, con aceite de cacahuete, vino, salsa de tomate y guindilla picante. También es muy sabrosa a la plancha y al horno. Pruebe la langosta a la mariposa, preparada a la plancha y acompañada de una exquisita sopa de camarones. También podrá disfrutar de suculentos cangrejos. Son muy apreciadas, aunque ya rarísimas, las tortugas marinas, de las que se obtienen suculentos filetes o una suave y aromática sopa. Los entendidos culinarios aprecian la barracuda, feroz en el agua y exquisita en el plato, preparada al horno o en estofado y aderezada con frutas tropicales crudas. Pescados como la aguja, la macarela, el serrucho o el pargo, de carnes delicadas y sabrosas, se prestan a tratamientos “robustos” con enchilada o formando parte de un exquisito plato, el pescado al ron, en el que, para destacar su sabor, se utiliza ron cubano, clavo y canela. Los camarones y enchilada se acompañan de crujientes lonchas de plátano frito (“chicharritas”, cuando están finamente cortadas” y “chatitos” si son más gruesas y fritas) y gajos de lima. Por último, las gambas y langostinos, que se sirven a la plancha o en brochetas.
Las salsas son muy frecuentes en los platos cubanos. Entre ellas cabe destacar la “fú-fú” (también llamada “tum-tum”), la más utilizada. Se trata de una crema de plátanos verdes hervidos y salados junto con calabaza. Otra sería el mojo (sofrito de aceite, ajo y comino, magnífico con la carne de cerdo) acompaña frecuentemente a los huevos fritos. Por su parte, productos como la yuca, la malanga, el boniato y el aguacate acompañan a infinidad de platos.
Para terminar, algo dulce. Los postres cubanos destacan por su exquisitez, por su aroma y por su variedad. Puede comenzar con una fruta como el coco, la guayaba, el requerido plátano, el mango, la piña o la fruta bomba, que no es otra cosa que la papaya -evite utilizar este término en la región del Oriente, ya que designan con esta palabra a los genitales femeninos-. Continúe con un delicioso helado (en Cuba tienen fama por su gran calidad y sabor) preparado con vainilla y canela, o si lo prefiere, deguste uno de los numeroso postres, como son el suculento arroz con leche; el “coquimol”, con coco batido y mezclado con huevos, nata, ron y vainilla; el coquito acaramelado, pastel de coco y caramelo; la mermelada de guayaba con queso fresco; la “malarrabia”, que está hecha con boniato, azúcar, canela y cáscaras de naranja; el boniatillo de coco con caña de azúcar; el flan de calabaza o los púdines.
Bebidas
En cuanto a las bebidas le recomendamos que beba agua embotellada. Referente a los vinos, se pueden conseguir en todos los restaurantes. Le aconsejamos que se acostumbre a la buena cerveza cubana. Entre las marcas más populares se encuentra Bucanero, de mayor graduación, y la Cristal. Pero si prefiere puede hacerse adicto a los zumos, que provocan un placer al beberlos. Los más famosos son el Tropical Island y Taoro. En Cuba se les llama “jugos”, como en otras muchas zonas de América Latina. En cuanto al café, se acostumbra beber en pequeños tragos o “buchitos”. Suelen servirlo bien azucarado.
En cuanto a las bebidas espiritosas, el ron es el rey, siendo el alcohol más consumido en el mundo.
Esta bebida cubana se produce a partir la caña de azúcar, que prensada y filtrada proporciona una miel densa y dulce, la melaza, que diluida en agua se deja fermentar en barricas de roble. Tras el período de envejecimiento, queda un licor que puede ser blanco, dorado o ambarino, según el grado de madurez, que va de tres a 25 años.
Aunque el primer documento en el que se habla del ron se remonta a 1654, parece que el destilado, muy basto e impuro, existía ya a finales del siglo XV, cuando los conquistadores llevaron a Cuba la caña de azúcar.
En Santa Cruz del Norte se encuentra la primera y más grande fábrica de ron del mundo: Habana Club, fundada en Santiago junto con otra destilería por el patriota y literato Facundo Bacardí. Con la revolución castrista la empresa se hizo pública, pero el nombre de su antiguo propietario ya había cruzado las fronteras gracias a su cóctel Bacardí, con aromas a granada con ron, limas y jugo de granadina, inventado por él en 1862.
El ron se puede beber sólo, con hielo o en un “cuba libre” -con refresco de cola, hielo y unas gotas de limón-, inventado en 1902 para festejar la Independencia. Además, con el ron se preparan la mayoría de los cócteles cubanos, y no puede abandonar la isla sin haber degustado de un verdadero mojito, preparado con Habana Club blanco, zumo de lima, soda, dos gotas de angostura (extraída de la corteza de un árbol tropical), hielo, azúzar de caña y hojas de hierbabuena, que hizo tan célebre Hemingway. Continúe con un delicioso daiquiri, nacido en 1899 frente a un yacimiento de cobre junto al río Daiquiri, en la provincia de Santiago, que se prepara con ron seco, zumo de lima y hielo picado; otra modalidad de daiquiri es el “Especial Hemingway”, preparado con una cucharada de zumo de pomelo, marasquino, limón, ron y hielo; la “mulata”, donde el ron utilizado es de siete años y al que se le añade crema de cacao; el “presidente”, con cerezas y piel de naranja acompañado de un poco de vermú rojo con granadina; el “Mary Pickford”, nombrado sí por la actriz de los años 20 conocida como “la novia de América”, una bebida de ron y zumo de piña a partes iguales, granadina y marrasquino; la piña colada, por otro lado, lleva leche de coco y zumo de piña batidos con ron y, finalmente, una “bomba” digna de estómagos robustos, el cubanito: ron, sal, pimienta, tabasco y zumo de tomate.
La comida cubana se diferencia poco de la de otros países de su área. En la base se parece a la cocina española, lo que aporta a la isla infinidad, no sólo de ingredientes, sino también en formas de prepararlos. Dada la dificultad de conseguir algunos ingredientes de estos guisos, en Cuba, poco a poco, los criollos fueron introduciendo en su cocina nuevos elementos originarios del país. A esto se añade la influencia africana, ya que en la época de la esclavitud, los cocineros o cocineras solían ser esclavos. Esta última influencia no sólo afecta a la forma, sino que también incorpora algún ingrediente africano, como el flame, base de la alimentación en África y traído por los españoles como alimento de los esclavos. La guinda la aportaron los miles de inmigrantes chinos que llegaron a la isla a finales del pasado siglo y principios de este.
Esta amalgama de influencias da a la cocina no sólo cubana, sino de todo el Caribe, una personalidad propia. Los platos más famosos son: El “Congri”, compuesto de frijoles negros, carne de cerdo troceada, chicharrones, tocino y arroz cocinado con el agua donde se ablandaron los frijoles, que le dan su característico color oscuro; el “Ajiaco”, una especie de ragú de tasajo y carne salada con infinidad de vegetales como maíz, plátanos verdes, yuca, papaya, etc.; la “Langosta Enchilada”, langosta con salsa de tomate picante; el “Lechón”, cerdo de pocos meses asado o frito; “Yuca con Mojo”, yuca cocida con una salsa compuesta de aceite, ajo, sal, pimiento y limón; “Tostones”, trozos de plátanos verdes, aplastados y fritos; “Tamal en Cazuela con Mariscos”, un guiso de tamal y mariscos con salsa condimentada y el “Tasajo a la Cubana”, carne seca y guisada con salsa.
Los restaurantes y "Paladares" son limitados y su precios por encima de la economía local.