Después de finalizar la época del deshielo se cree que aparecieron los primeros pobladores en la tierra conocida actualmente como Finlandia. Los asentamientos durante la Edad de Piedra, dejaron sus huellas hasta más allá del Círculo Polar Ártico. En base a su raza y a su lengua se cree que los primeros pueblos que se establecieron en Finlandia, pertenecían racial y lingüísticamente al grupo fino-úgrio de gentes y que vivían, sobre todo en las costas, de la pesca y la caza. Sólo los que llegaron después, en los primeros siglos, de nuestra era desde el sur del Golfo de Finlandia, dieron su nombre al territorio y a su pueblo desplazando a la antigua población lapona. Pero existe una diferencia de miles de años entre las zonas marítimas y las continentales de la región y que se refleja en el modo de vida de sus habitantes y en sus herramientas y enseres. Probablemente estas disimilitudes tengan su base en tradiciones raciales y culturales diferentes.
En la época de los vikingos ya existía un animado tráfico entre este país y sus vecinos. Los finlandeses tomaron parte activa en las expediciones vikingas estableciéndose rutas que llegaron hasta Constantinopla, así como importantes redes de comunicación marítima por donde llegaron a Finlandia influencias culturales, económicas y conceptuales de otros rincones del planeta. El poema épico nacional “Kalevala” describe en sus heroicos cantos reminiscencias de este período de los vikingos bálticos.
A partir del siglo XII llegaron al territorio de Finlandia expediciones procedentes de Dinamarca y Suecia y, tras un largo período de guerras (primera, segunda y tercera Cruzada) que culminaron en 1323, los finlandeses se unieron política y culturalmente al Reino de Suecia aceptando el cristianismo.
En la Edad Media, Finlandia pertenecía aún al reino de Suecia y junto con ella adoptó más tarde la Reforma. La cultura eclesiástica universal de la Edad Media contribuyó a la integración espiritual de Finlandia en Europa.
En 1807, el zar Alejandro I de Rusia pactó con Napoleón un reparto de zonas de influencia, con lo que Rusia se apoderó de Finlandia (1808-1809) con la idea de que sirviera de “Estado tapón” dada la importancia del país desde el punto de vista estratégico. Rusia otorgó después a Finlandia una amplia independencia y se convirtió en Estado autónomo obteniendo el rango de Gran Ducado.
Durante el siglo XIX Finlandia fue desarrollándose como Estado. No se trataba de un Estado étnicamente puro, pero constituía una entidad geográfica. Una gran parte de la cultura finlandesa fue creada por personas que habían sido formadas y educadas en sueco o a veces en alemán. Mucha gente de la clase culta abandonó voluntariamente el sueco por el finés. El cambio de la lengua cultural principal se produjo, pues, lenta y suavemente. En general, la lengua no marcó una frontera nacional o social para la clase culta bilingüe (existe un fortísima tradición bilingüe en Finlandia y en la cultura finlandesa, lo que la ha mantenido siempre en contacto con Escandinavia).
La Revolución Rusa de 1917 restauró en Finlandia la posición de autonomía, año en que recibió de Suecia las Islas Aland. El gobierno de Lenin anunció el reconocimiento del nuevo Estado y Finlandia se proclamó como República Constitucional. Mientras que muchos finlandeses alentaban la idea de la completa independencia de Rusia (en su mayoría el sector progermánico de la burguesía y el ala izquierda), otros opinaban que el futuro de Finlandia descansaba en la misma clase de posición autonómica que se había mantenido bajo el dominio de Rusia durante el siglo XIX:
Se estableció un conflicto entre “Rojos”, apoyados por Rusia, y “Blancos”, apoyados por Alemania, que culminaría en la primavera de 1918 como Guerra Civil. Las raíces del conflicto descansaban sobre todo en la insatisfacción con las desigualdades sociales que habían estado durante mucho tiempo latiendo bajo la superficie y también por la cuestión de las esferas de interés de las grandes potencias con ocasión del estallido de la Primera Guerra Mundial.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Finlandia entró de nuevo en conflictos territoriales con Rusia. Como consecuencia de la guerra se encontró en una difícil situación de cambio económico y social y tuvo que pasar mucho tiempo hasta que se alcanzaran y sobrepasaran la producción y el nivel de vida anteriores a la guerra.
En 1995 Finlandia ingresa en la Unión Europea, lo que le ha permitido acortar las distancias con los demás países europeos, así como disfrutar de un intercambio libre y equitativo al del resto de los países del Mercado Común. Finlandia fue el primer país en conceder el voto a la mujer, y lo hizo en 1906.