Algunos rasgos de la sociedad de los primitivos habitantes de Viti han sobrevivido a la represión de misioneros y gobernantes occidentales y los cambiantes modos de vida en las islas. Así, la mayoría de los nativos fijianos viven en poblados en mataqui grupos familiares amplios cultivando su propia tierra y bajo el mandato de un jefe, generalmente varón, cuyo cargo es hereditario. Los diferentes clanes se reúnen para los nacimientos, bodas, funerales y otras celebraciones en las que se intercambian regalos.
A cada familia se le otorga individualmente un trozo de tierra, pero hay algunas obligaciones comunales que hay que cumplir, como recolectar para el jefe del clan y construir y mantener en buen estado las edificaciones de la comunidad. La vida en el poblado está basada en la interdependencia, por lo que existe un gran apoyo mutuo que crea un fuerte sentimiento de identidad de grupo.
Pese al tradicionalismo, las diferencias sociales y culturales que se podían observar en el pasado están desapareciendo rápidamente. Los poblados ya no son tan autosuficientes, y cada día son más los jóvenes que emigran a las ciudades en busca de educación o empleo. Las tradiciones y los valores de los mayores son menos respetados en las ciudades, donde los lazos familiares pierden fuerza y obligan a los jóvenes fijianos a adaptarse rápidamente a los nuevos modos de vida.
En todas las ocasiones especiales, como puede ser la ceremonia de bienvenida de un jefe o de un nuevo funcionario, los habitantes de las islas ofrecen un diente de ballena en la ceremonia de la kava, a la que sólo pueden asistir hombres.