El Principado de Asturias está habitado desde el Paleolítico, los primeros astures que vivieron por la zona que hoy en día ocupa Guijón (Campa Torres) llegaron - aproximandamente, pues es difícil saberlo a ciencia cierta- hacia el siglo VI a.C. El nombre de Asturias proviene del río Astura, nombre romano para el río Esla, astures eran todos aquellos que vivían en su cuenca. Historiadores romanos mencionan el asentamiento de Campa Torres, como "Oppidum Noega"; a sus habitantes se les conocía por su principal actividad económica, eran los "fabricantes de calderos".
La romanización comenzó poco a poco, primero con un pequeño comercio entre ambos pueblos, desde el siglo I d.C hasta llegar a convertirse en "la Ruta Vía de la Plata". Tras las guerras astur-cántabras (a mitad de siglo) surgió un nuevo asentamiento en la península de Santa Catalina. Este núcleo fue idea de los romanos, quienes pretendían crear ciudades como nexos de unión entre la capital y las zonas rurales, recibió el nombre de Gigia, de ella se conservan las termas e incluso una factoría de salazones, lo que significa que tuvo gran desarrollo industrial y social desde sus comienzos. La mezcla entre ambos pueblos fue más o menos rápida, pero en Noega vivió gente hasta el siglo IV d. C. Las villae, centros de producción agraria, propiciaron la romanización, pero la influencia se dio en los dos sentidos, puesto que se han encontrado culto a los dioses indígenas en los templos romanos.
En el siglo III, la crisis general que afectó a todo el imperio romano, obligó a la construcción de las murallas, con dos muros rellenos y torres semicirculares cada dieciocho metros; todavía hoy se pueden ver los cimientos. Sisebuto logró conquistar la ciudad, pero no antes de que hubieran pasado casi cuatro siglos. El cristianismo comienza a extendense por la zona en esta época.
Gijón estaba demasiado al norte para que la presencia musulmana provocase demasiados cambios, pero aún, así las crónicas (tanto musulmanas como cristianas) hablan de la presencia de Munuza, gobernador musulmán, que llegó a formar un gobierno (seguramente debido a la presencia de las murallas romanas, que le proporcionaban una fuerte defensa). La leyenda cuenta que se enamoró de la hermana de Pelayo (héroe que está presente en el escudo de la ciudad) y que le envió a combatir para poder casarse. A su vuelta, Pelayo no sólo se negó a admitir el matrimonio, sino que organizó la reconquista de la ciudad, y lo consiguió.
Los siguientes siglos son un misterio, aunque se sabe de la presencia de barcos normandos e ingleses en la zona (por la mención que se hace las crónicas). Asturias estaba lejos de la zona de la Reconquista, y de la capital, León, por lo que parecía llevar una vida independiente. Casi despoblada, según el arzobispo de Toledo, Alfonso X la autoriza al autogobierno, a través de una "carta-puebla", con la intención de que se desarrollase la economía y la sociedad, y se convirtiese en un gran centro urbano.
Las luchas dinásticas de los Trastámara durante el siglo XIV, acabaron con el regalo, por parte de Fernando IV, de Gijón (ademas de las pueblas de Llanes y Allande) al señor de Noreña, Rodrigo Álvarez de las Asturias. Su ahijado Enrique de Trastámara las hereda, y en la lucha por la sucesión de Alfonso XI (contra Pedro I) queda en la ciudad, hasta que se produce la paz. Alfonso Enríquez se revela en el 1383 contra su hermano Juan I, pero en este caso, la historia acaba en rendición. En 1395, Alfonso Enríquez vuelve a rebelarse y se produce un asedio de varios meses, atacados con pólvora y bolaños, los ciudadanos debieron de sufrir muchas bajas.
Los Reyes Católicos no concedieron a Gijón el derecho a comercializar su sal, pero potenciaron su condición de puerto marítimo. La situación se mantiene sin muchos cambios hasta finales del siglo XVII, sobre todo, por los kilómetros que la separaban de los centros de poder de la Crona. A partir de este siglo comienza a edificarse los palacios de la ciudad, como el de la Trinidad o el de Valdés.
En el siglo XVIII comienza el despegue económico con la gran oportunidad concedida por Carlos III, el libre comercio con Puerto Rico, Cuba, Trinidad y Santo Domingo. Pero para alcanzar el desarrollo, tanto económico como social, haría falta la llegada de un personaje que lo impulsara, y llegó, en la figura de Jovellanos (1744-1811). Para este escritor, filósofo, político, etc. de ideas ilustradas pero alejándose de la influencia francesa (no hay más que leer su "Informe Agrario" o "El Delincuente Honrado"), lo más importante era la educación, por lo que fundó el Instituto Asturiano de Naútica y Mineralogía en 1794. Su sede estaría en lo que es hoy el Antiguo Instituto de Jovellanos. A esto se le había unido el final de la construcción de la carretera Gijón-Oviedo, en 1782, que permitió el comercio con el resto de la península.
Entre 1808 y 1812, Gijón estuvo ocupada por los franceses, a pesar de la resistencia del pueblo. En los años ´30, debido a las Guerras Carlistas, se comienza la construcción de una muralla en forma de estrella, para protegerse, pero no hubo tiempo, las tropas carlistas ocuparon la ciudad en 1836.
A pesar de la falta de estabilidad política, la economía seguía desarrollándose, por lo que, en 1834 se fundó la Sociedad Económica de Gijón y en 1842, se acabó la carretera de Langrejo. Poco después llegaría el barrio del Carmen, caracterizado por su riqueza y situado junto al puerto. Estos planes aparecían ya en el Plan de Mejoras de Jovellanos, que proponía un trazado estudiado de la ciudad.
El ferrocarril y la ampliación del puerto, supusieron el desarrollo industrial frente a la producción artesanal. Existe comunicación por ferrocarril con Madrid, comienzan a llegar inversores de todo el país, además del capital extranjero, por lo que las fábricas comienzan a proliferar. A finales de siglo se construye el nuevo puerto, conocido como "El Musel", aparecen los edificios dedicados al ocio como los balnearios y hoteles. La ampliación de la zona urbana supuso el derribo de la muralla estrellada y la instalación del tranvía, los barrios de obreros se concentraban en el extraradio, junto a las ciudadelas, centro de explotación de los trabajadores que vivían y trabajaban en el mismo sitio.
En 1924 se celebra la I Feria de las Muestras, poco a poco comienza a desarrollarse el turismo, gracias a las playas y los balnearios. Con la llegada de la Guerra Civil, Gijón se mantuvo fiel a los republicanos, convirtiéndose en sede del Comité Provincial del Frente Popular de Asturias. Con el final de la Guerra, los gijoneses se dieron cuenta de todo el patrimonio cultural perdido, incluida la colección de arte de Jovellanos.
En los años cuarenta, se construyen el parque de Isabel la Católica y la Universidad Laboral. La explotación de las minas de carbón llega a su punto más alto con la inaguración de UNINSA en Veriña, en 1971, la población se triplica en poco tiempo debido a la falta de mano de obra. La ciudad crece de una forma tan caótica, que hubiese horrorizado a Jovellanos.
Con la democracia y el cambio de economía, fueron muchas las industrias que cerraron. Sus solares pasarían a ser parques o terrenos para el pueblo. Se intenta potenciar la explotación del pasado, pero la ciuadad se abre al futuro, a través de las esculturas vanguardistas que se colocan a través de toda la ciudad.