La arquitectura maya es sorprendente, sobre todo por el hecho de que la mayoría de sus construcciones fueron realizadas sin la utilización del arco sostenido sobre piedra, además de no haber utilizado herramientas de metal ni animales de tiro. Los mayas construyeron a base de fuerza humana, a golpe de espalda y brazos. Tales características, sin olvidar la precisión de sus construcciones, exaltan aún más su trabajo.
Las construcciones se diseñaban de acuerdo a un plano celeste, razón por la que todas las edificaciones eran alineadas de forma que permitiesen la observación astronómica. Las puertas y las ventanas se diseñaban para que desde ellas se pudiera ver alguna estrella. Generalmente los templos eran construidos sobre antiguas construcciones, imprimiéndole así un carácter sagrado.
A lo largo de 1500 años la arquitectura maya sufrió evoluciones en sus estilos. Los más representativos son los comprendidos en el Período Preclásico Tardío, entre los años 300 a.C. al 250 d.C. como los que se pueden ver en las ruinas de Uaxactún, propios de la cultura chicanel. En el Clásico Temprano prevalecieron los de la llamada Cultura de la Esperanza, donde el rey era enterrado bajo la escalinata principal del templo. En el Clásico Tardío los templos incorporan una crestería construida en la cima, reemplazando a la construcción típica de madera. Las edificaciones se sucedían y por lo general se unían a otras, dando lugar a la formación de palacios. Es en este momento cuando aparecen los patios de juego para la pelota y las estelas, grandes monolíticos de piedra que servían de altares. El mejor ejemplo de este estilo es la ciudad clásica maya de Tikal. Aquí se pueden observar las pirámides más altas coronadas por delicadas bóvedas.
En el Período Posclásico Tardío, durante la presencia de los Toltecas, hacen su aparición los itzaes (con capital en Mayapán) y que destacaron por la utilización de murallas. En Guatemala los ejemplos mejor conservados de este estilo se encuentran en Utatlán, antigua capital maya quiché, a 8 kilómetros de Sololá, y en Iximché, cerca de Tecpán, en el Departamento de Chimaltenango.
Códice de Dresde
Los mayas fueron el único pueblo indígena de América que consiguió desarrollar una escritura en la que se pudiera expresar pensamientos y conceptos de gran complejidad. En el apogeo de su civilización, los mayas escribieron libros en pergaminos hechos con corteza de árbol, cubiertos con una fina capa blanca de yeso, para que el escriba pudiera plasmar allí los términos y conceptos. Sólo algunos ejemplares se han conservado, la mayoría de forma incompleta. Los textos de esta manera conservados se denominan códices y su carácter es religioso, adivinatorio o científico. Aunque se ha avanzado mucho en su interpretación, la dificultad de lectura sigue siendo considerable. Ya en el siglo XVI, el obispo de Yucatán, intentó la traducción del alfabeto castellano en caracteres mayas, pero la estructura silábica de la escritura maya lo hizo imposible.
El conocido como Códice de Dresde, es un conjunto de manuscritos pictográficos sobre papel de higuera, probablemente escrito en el siglo XIII, doblado en forma de biombo o acordeón, encontrado en 1740. Contiene 39 páginas o secciones, de 20 centímetros de largo por 9 de ancho. Se trata de un libro de adivinación y astronomía, que contiene numerosas referencias al calendario, así como gran cantidad de referencias mítico religiosas y figuras divinas. Durante muchos años permaneció en la Biblioteca de Real de Dresde, hasta que a principios del siglo XIX, Alexander von Humboldt lo recuperó para su estudio e investigación. Fue llevado a Europa desde Guatemala en el siglo XVI, como parte de los presentes dedicados a Carlos I de España emperador de Alemania.
Arquitectura Colonial
La arquitectura desarrollada durante la época de la colonia, se diferencia sobre todo por la sobriedad en su aspecto exterior, que contrasta con la riqueza interior de sus construcciones. Dada la situación geográfica, propensa a los movimientos sísmicos, la arquitectura colonial estuvo imbuida de un estilo robusto, en el que predominó la moderación en la altura de torres y fachadas, así como por la amplitud de las columnas y pilares. Los edificios fueron decorados con estuco y yeso, mezclando armoniosamente elementos indígenas e hispánicos. Algunos ejemplos destacados de arquitectura colonial son la Catedral, el Cabildo, el Museo Santo Domingo, el Convento de las Capuchinas, la Universidad de San Carlos y la Iglesia de La Merced, todos ellos situados en la ciudad de Antigua.
Vestidos Populares
En cuanto a la vestimenta, rica en colorido, destacan los huipiles, túnicas tejidas a mano y desprovistas de mangas, los rebozos y los “enredo”. Lo más impresionante son los colores, que se combinan en infinitas posibilidades y que proceden desde los tiempos precolombinos. Generalmente los tipos de prendas identifican al grupo indígena al que se pertenece. Todavía se utilizan los telares antiguos sujetados a la cintura por un lado y a un árbol por el otro.
Literatura
El imperio maya-quiché, emplazado en la actual Guatemala, produjo el monumental libro sagrado Popol-Vuh. Se trata de uno de los documentos más valiosos, junto con el Chilam-Balam, de la América Prehispánica e indispensable para la comprensión de lo que fue la gran cultura maya. Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura en 1967, constituye un referente indispensable para la literatura de habla castellana. Del mismo modo se puede hablar del recientemente desaparecido Augusto Monterroso, Premio Príncipe de Asturias en el 2000 y maestro de los relatos breves.
Maximón
Maximón es la imagen religiosa más venerada por la población indígena de Guatemala. Posee imágenes en muchos poblados guatemaltecos y cada uno de ellos viste diferentes ropas y atuendos, aunque los une la misma reverente adoración. Aunque su verdadero origen no ha sido completamente aclarado, Maximón suele considerarse la reencarnación del dios maya Mam.
El sincretismo de la religión católica y las antiguas creencias politeístas de las religiones indígenas, convirtieron a Mam en San Simón. Sea cual sea su verdadero origen, la mayoría de los fieles lo denominan Maximón. Su nombre, lejos de aludir a una posible raíz latina, es el producto de unir el nombre de Simón con la palabra maya ‘max’ que significa tabaco. Esto explicaría por qué el reverenciado personaje es representado siempre con un puro en la boca.
A lo largo del año, Maximón es conservado en la casa de un miembro de la cofradía a la que pertenece. Durante ese lapso de tiempo, Maximón es reverenciado por todos los visitantes que se acercan para pedir sus favores a cambio de una ofrenda en dinero o en especie. También es tradicional ofrendarle con ropas que luego constituirán sus atuendos.
“Hacer la imagen” es una tradición que se realiza en medio de un ritual llevado a cabo por los cofrades a los que pertenece la figura. Una vez al año se reúnen en una ceremonia, en la que se bebe y se fuma, para ataviar a la imagen con sus resplandecientes ropas.
Maximón es venerado principalmente durante la Semana Santa. Como una muestra de sus orígenes no católicos, antiguamente la imagen era ahorcada de una viga de la iglesia. Por su carácter pagano, esta parte del ceremonial fue prohibida, limitándose a su entronización en la iglesia después de retirar a las demás imágenes divinas. El Viernes Santo es sacado a hombros por uno de sus guardianes, acompañado por el sonido de la tradicional carraca (matraca).