Innsbruck cuenta su historia a partir del año 1180, cuando el pequeño asentamiento que habitaba la parte norte del río Inn se expandió hacia el sur a través de un puente que se construyó unos años antes con el objetivo de unir ambos lados del río. De esta forma, el pueblo que resultó de esta unión recibió el nombre de Insprugg.
En 1420 Innsbruck recibió el título de ducado de El Tirol de la mano de la dinastía de los Habsburgo y bajo el reinado del Emperador Maximiliano I (1490-1519), gracias al que la ciudad obtuvo una gran popularidad y prestigio. Algunos de los monumentos construidos en aquella época como manifestación del poder del imperio pueden contemplarse todavía hoy, ése es el caso del famoso Tejadillo de Oro (Goldenes Dachl). Pero Maximiliano I no fue el único de la familia de los Habsburgo en influir directamente en la línea y el estilo arquitectónico de la ciudad; el Archiduque Fernando II fue el que ordenó reconstruir el Schloss Ambras y el Empress Maria Teresa the Hofburg.
Aparte de las dos guerras mundiales, la historia de Innsbruck ha sido durante siglos relativamente pacífica. Más recientemente su papel como uno de los centros de deportes de invierno más importantes del mundo le ha situado en la cumbre internacional de esta actividad, siendo sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en los años 1964 y 1976.