El pueblo islandés es un pueblo muy activo. La participación en acontecimientos culturales es muy elevada, a pesar del poco tiempo libre del que disponen debido a que cuentan con la semana laboral más larga de Europa. Es un pueblo tradicionalmente muy entregado al trabajo y a la vez es una forma de mantener las comodidades materiales a las que el país se ha acostumbrado. Los islandeses son un pueblo muy cultivado, la alfabetización era común en la Edad Media lo que explica en parte la conservación de la lengua islandesa. El islandés es un gran aficionado a la literatura publicando actualmente el mayor número de títulos por habitante del mundo.
Los islandeses forman una sociedad sin distinciones, donde el artesano puede vivir tan bien como el industrial o el empresario. La mayoría construye su propia casa para acomodarla al hogar de sus sueños. El nivel de vida, similar al de los demás países nórdicos, es elevado, disponen de una buena seguridad social, servicios sanitarios y educación gratuita hasta completar la edad universitaria. En lugar de apellidos se identifican por la antigua costumbre patronímica de identificarse como pertenecientes a un linaje. Lo que se usa en todas partes en consecuencia son los nombres, incluso en la guía telefónica. No olvidemos que Islandia fue colonizada por los celtas que llegaban de las islas británicas y por gentes que venían de Escandinavia. La clase dirigente era nórdica lo que explica una lengua y una cultura puramente escandinava. El pueblo islandés es una nación que habita varios mundos, el de la cultura antigua y el de la naturaleza salvaje.
A pesar de que las artes y la cultura parecen fluir en las venas de sus habitantes existe cierta inseguridad de cara al mundo exterior. Siendo un pequeño país donde el parentesco es factible, el hecho de enfrentarse a magnas ciudades extra muros hace que personajes como Björ, la banda Sigur Rós, el novelista Halldór Laxness o el futbolista Eidur Gudjohnsson sean de merecido reconocimiento. Como nota anecdótica diremos que el índice de natalidad (16.0) es uno de los más altos de Europa y el de mortalidad de los más bajos del mundo.
Multiculturalismo
Aunque la entrada al país no es fácil, ha habido algunas corrientes migratorias, así en los 80 hubo 600 extranjeros que se asentaron en Islandia. En 2006 cinco mil inmigrantes llegaron para trabajar temporalmente. Actualmente un 6% de la población total está formada por inmigrantes, especialmente polacos y daneses.
Costumbres
El aumento de personas que se trasladan a Reikiavik y sus proximidades es cada vez mayor. Aún así los lazos de unión familiares son muy fuertes. Lejanos a las hipotecas de por vida, los islandeses trabajan duro, tanto en invierno como en verano. Sus lugares de ocio quedan relegados en gran dimensión los fines de semana, momento en que las calles se colman de gente que busca diversión. Las mujeres no tienen problemas de compaginar trabajo con el cuidado de sus hijos ni está mal visto ver a una madre soltera. El nivel del crimen es muy bajo y la vida social se desarrolla también en parajes naturales como las piscinas naturales de agua caliente. En los hogares es frecuente quitarse los zapatos al entrar u obsequiar con un regalo si se es invitado.
Leyendas
Si se contempla el paisaje conformado por granjas desiertas y extensiones de tierra completamente aisladas se entenderá la creencia de que Islandia está habitada por fantasmas o gente escondida (huldufólf). Se dice que en la lava habitan los gnomos o jarovergares, los álfares (elves), lósálfar o hadas, o enanos (dvergares), espíritus de montaña (tívar) y muchos más.