Desde la época del polifacético escritor Ramón Llul a la del novísimo pintor Miquel Barceló han transcurrido siete siglos. En ellos, la cultura balear ha sufrido altibajos, aunque no puede negarse que las Islas Baleares han sido cuna de ilustres artistas o que han cobijado de forma permanente o esporádica a numerosos creadores de distintas artes. Como Chopin, Robert Graves o Joan Miró. Pero mucho antes de todo esto, pequeñas piezas escultóricas a medio camino entre la artesanía y el arte certificaban la creatividad de los más primitivos pobladores insulares. Entre ellas, el menudo toro de bronce hallado en la taula de Torralba o las frágiles figuras púnicas en terracota de la diosa Tanit y del diosecillo Bes.
Saltando en el tiempo, llegamos hasta el siglo XIII, cuando los cristianos catalano-aragoneses conquistaron a los árabes las islas. Con ellos llega el arte gótico, que produjo en esta zona obras únicas, como el retablo de la iglesia de Santa Eularia en Palma de Mallorca o la misma catedral de la ciudad, que junto al castillo de Bellver y la Llotja son las tres mejores obras arquitectónicas monumentales de esta isla. Pero por supuesto, Menorca y Eivissa (Ibiza) también fueron escenario de excepcionales construcciones, tanto religiosas como civiles.
Otro de los símbolos por excelencia del paisaje y la arquitectura balear son sus construcciones populares, es decir, ll particular geometría que caracteriza a las casas de campo mallorquinas, menorquinas y sobre todo, ibicenca. Destacan en Mallorca las casas sencillas de sillares ocres de arenisca con su tejado de teja árabe o las austeras casas de amplios volúmenes asimétricos que se dispersan por la sierra mallorquina. En las Pitiusas, En Eivissa y Formentera, predominan las formas geométricas, abundan las escaleras exteriores y por sus minúsculos balcones crece la sabina.
En cuanto al campo de la música, la asociación de compositores ACA, de música contemporánea,mantiene con esfuerzo la tradición iniciada por los dos compositores baleares de más renombre: Baltasar Samper (1888-1966), discípulo de Granados, y Joan María Thomás (1896-1966), compositor de piezas corales e impulsor del movimiento filarmónico mallorquín de este siglo.