Los pobladores originarios de estas islas fueron los indígenas arawaks, que pasaron por estas tierras casi sin dejar rastros. Algunos historiadores afirman que fue Ponce de León quien llegó por primera vez en el año 1515, aunque existen divergencias al respecto. Lo cierto es que los numerosos arrecifes coralinos y bancos de arena de la zona hicieron encallar a muchas embarcaciones españolas que cruzaron sus mares entre el siglo XVI y XVIII.
En el siglo XVII, más concretamente en el año 1678, los comerciantes de las Bermudas arribaron a las costas atraídos por la riqueza de la sal de las islas. Se instalaron en Grand Turk, Salt Cay y Caicos meridional y empezaron a venderla en las demás colonias británicas y en el continente norteamericano, defendiéndola numerosas veces de los ataques de los piratas y bucaneros que llegaban del Mediterráneo. Algunos historiadores asocian este hecho al origen de las denominaciones de las islas, afirmando que muchos de estos atacantes llegaron a instalarse en los territorios -“Turks” se debe a turcos y “Caicos” a caciques-.
Luego de la dominación española en las islas, los enfrentamientos entre colonizadores hicieron que los franceses tomaran posesión de ellas, y más tarde, los británicos las reclamaran como suyas, haciéndolas formar parte de la colonia de las Bahamas en 1766, bajo el mando de Andrew Symmers. Sin embargo, Turks y Caicos no logran integrase con facilidad. Al paso de los años, se consigue anexarlas a las pertenencias de Las Bahamas en el año 1874 hasta su independencia en 1962. Por espacio de diez años más permanecen unidas sólo administrativamente a Las Bahamas, también hasta su independencia. En 1972 adquieren condición de colonia británica y reciben su propio Gobernador, residente en la capital de Cockburn.