La flor típica de las Islas Vírgenes es la flor amarilla en forma de trompeta que recibe la denominación de Cedro amarillo. Se le conoce también como “yellow elder” o “Ginger Thomas”. También abundan las bugambilias, los hibiscos, las orquídeas, las adelfas, las acacias y las carissas. La flora de la mayoría de las islas que conforman las Antillas es casi idéntica pues si bien todas ellas tienen especies endémicas propias, las diferencias específicas son muy pequeñas. Debido a su clima y por la zona tórrida en la que se encuentran, la flora de las islas es típicamente húmeda y tropical con una gran variedad de especies que conviven entre grandes bosques naturales. En St. John se ha instaurado un parque natural que conforma casi dos tercios de la isla y es de una inigualable belleza natural.
Debido a las pequeñas extensiones de territorios que conforman las islas de las Antillas, la producción mamíferos es reducida. Existe un gran número de animales domésticos que fueron introducidos por los colonizadores, así como un pequeño número de mamíferos salvajes, entre los que se pueden anotar algunas especies de ratones, las iguanas y las serpientes. Por otro lado, la riqueza de los mares que rodean la zona es propicia para el florecimiento de infinidad de especies marinas como los las medusas, los cachalotes, las tortugas de mar, las de carey, los erizos de mar y una gran infinidad de peces de diversos tamaños, formas y colores. Las ballenas del género Megaptera es muy común en las cercanías de las Islas Vírgenes y se les puede visitar en los meses de febrero, marzo y abril. Sólo se necesita alquilar una embarcación para acercarse a la zona donde retozan las ballenas y ballenatos.