En la zona de las Antillas en general se mantienen creencias traídas en su momento por europeos, africanos e hindúes. Existe un vasto crisol en el que se entremezclan las supersticiones y las prácticas mágicas de grupos étnicos muy diferentes unos de otros.
Los pobladores indígenas de las Antillas perecieron junto con sus religiones de las cuales quedan algunas supersticiones confusas y muy tenues tradiciones folclóricas. Los españoles introdujeron el cristianismo y la propagación del catolicismo fue obra de la conquista. Otros inmigrantes europeos introdujeron el protestantismo, el anglicanismo y el islamismo.
La herencia de las migraciones africanas se demuestra en la creencia actual de ritos tribales como el vudú, que procede directamente del animismo de los negros ewe del Dahomey, en cuyo idioma el vocablo “vudú” significa “sacro” y el obí que permanece en las zonas donde aún existen pobladores descendientes de los Ashantis. A los niños se les inculca el temor a seres sobrenaturales como espíritus errantes, monstruos y loup-garous -lobos enfurecidos-. También se cree en la fuerza de la magia en el alma de la víctima como del perseguidor y puede ser magia negra o magia blanca, según la orientación de los embrujos.
La palabra criollo en realidad proviene del vocablo portugués crioullo que el español convierte en criollo y el francés en criolle. Inicialmente se utilizó para denominar a los blancos nacidos en las colonias de América y los territorios del Océano Indico. La lingüística lo adoptó para denominar a aquel sistema mixto que proviene del contacto de varias lenguas -español, portugués, inglés y francés- con idiomas aborígenes -caribeños- o africanos. Con el paso del tiempo, el término criollo se ha adoptado para denominar a cualquier poblador de la zona de las Antillas, independientemente de su color, raza o religión.El creole se ha afianzado en la zona como un idioma que hablan los lugareños para comunicarse entre sí y que pasa de una generación a otra.