A juzgar por los restos encontrados en los alrededores de la localidad, podemos afirmar que su origen es de la época romana. Su máximo esplendor lo experimentó entre los siglos I y III d.C. El nombre de la villa viene del topónimo godo `qutyya`, de ahí derivó a `gotilla` y por último a `cotilla`. En la época árabe Cotillas estaba formado por dos lugares llamados `Alguaza de Cotiellas y Benahandin` - topónimos que se señalaban la ubicación de la localidad entre el río Mula y Segura -. El nombre de Torres le llegaría después, en el siglo XIV, en referencia a la torre que por entonces se levantó en la orilla derecha del río Mula.
Durante un tiempo, en el mismo siglo XIV, Cotillas perteneció a los castellanos Nuño y Pedro Díaz de Castañedo. Más tarde, estos caballeros protagonizaron una revuelta contra Jaime II y éste entonces otorgó las tierras que ambos poseían a Ramón de Manresa. El siguiente señor de Alguaza de Cotillas sería Pedro Martínez Calvillo que obtuvo de Alfonso XI licencia para crear un mayorazgo. Un siglo más tarde, ya en 1450, la villa quedó despoblada por la rebelión de Granada, siendo después repoblada por cristianos.
En el siglo XVII la localidad llegó a una rotunda situación de crisis debido a un estancamiento de la industria de la seda. A finales de siglo, y cuando parecía que se había conseguido cierto despegue económico y demográfico, hubo una epidemia de paludismo que acabó con la mayor parte del pueblo.
En los últimos años del siglo XVIII se unificó la población de estas tierras que estaba dispersa en tres parajes: Cotillas la Vieja, Casas Blancas y Las Torres. En el siglo XIX los vecinos, hartos de aguantar las enormes cargas que les imponía el señor feudal, comienzan a unirse para intentar acabar con su poder.