Estas tierras son ricas en jugosas carnes, apetitosos pescados de río, frescos quesos y exquisitos dulces, y no existe pues, manjar del que escaseen.
La cecina, procedente de los cuartos traseros del ganado vacuno, curada, secada y ahumada, es la reina de las carnes leonesas. Pero a la anterior, no le guarda envidia el botillo, manjar representativo de la comarca de El Bierzo, fruto del embutido del rabo, la costilla y maxilares del cerdo en el estómago del mismo animal, y consumido normalmente con patatas y verduras. Hay que probar además, el chorizo ahumado y la morcilla leonesa.
Un buen plato contundente para combatir el frío continental de estas tierras es el cocido maragato elaborado a base de garbanzos -en esta zona prolija de legumbres, donde además abundan las alubias-, acompañado de carne, patata, chorizo, relleno y berza. Típico es aquí alterar el orden de los platos: en primer lugar comeremos la carne, después los garbanzos y por último la sopa.
León no es lugar de aguas saladas, pero su proximidad a las costas del Cantábricas ha hecho que el bacalao sea una constante en su gastronomía. Pero ríos si hay y también, truchas cocinada de diferentes formas según el lugar donde sea pescada.
Variedad tiene también esta región en quesos: de oveja frescos como los de Cicho; de vaca como los de La Armada o el de Oseja de Sajambre; de cabra como los de Valdeteja, los de Babia y Laciana o el de Valdeón, queso de pasta azul de los Picos de Europa, último reducto de este tipo de quesos.
En cuanto a frutas y hortalizas: manzanas reinetas, cereales, peras, pimientos y castañas, conforman un amplio abanico de posibilidades.
Y los dulces característicos de la región los tenemos en Astorga con sus suaves mantecadas, en La Bañeza con sus imperiales o en el Boñar con sus nicanores,por poner algunos ejemplos.