La historia de Luxemburgo comienza con la dinastía del mismo nombre, cuyo fundador Sigfrido, el Conde de las Ardenas, construyó un castillo, que daría origen a una ciudad. Esta dinastía con el tiempo alcanzaría un gran poder llegando a convertirse en Ducado en 1354. Hasta 1815, formó parte de otros reinos europeos, después consiguió la independencia.
El Congreso de Viena elevó el rango del país a Gran Ducado, entregándoselo al Rey de Holanda Guillermo I de Orange-Nassau, con quien estuvo unido hasta 1890, pero en 1867, se había reafirmado la integridad territorial del país y la autonomía política concedida por el Tratado de Londres de 1839. Desde 1890 Luxemburgo tuvo su propia dinastía. El Gran Duque Juan, tomó la corona en 1964.