A finales del siglo IX Manresa era una población fortificada que servía de plataforma de la conquista cristiana en tierras catalanas. Durante los siglos XII y XIII la población creció hasta convertirse en una importante centro político y económico un siglo después. Ese desarrollo continuó a lo largo del tiempo hasta el siglo XIX, cuando Manresa se concolidó como uno de los centros industriales más importantes de Cataluña.