En Marrakech se puede comprobar que uno de los elementos distintivos de esta hermosa ciudad marroquí es la gran muralla que rodea la Medina.
El origen de la muralla se remonta al siglo XII cuando Ali Ben Yusuf de la dinastía almorávide fue quien, en el año de 1132, dotó a Marrakech de su famosa muralla cuando se necesitaba construir una fortificación para proteger y defender a la medina con todos sus mercados, viviendas y campamento militar. Esta muralla, con una altura de entre 8 y 10 metros, y una anchura de dos metros rodea toda la ciudad. La muralla cuenta con más de doscientas torres y diez puertas de gran belleza, entre las que se destacan la de Bab el Khemis, Bab Doukkala, Bab el Robb, Bab el Jadid, Bab Agnaou y Bab el Debbagh. Como hemos mencionado antes, lo más destacado de la muralla son sus puertas, especialmente la Puerta de Bab Agnaou, que fue uno de los primeros monumentos de piedra de Marrakech. Esta puerta está decorada con piedra verde de Gueliz la cual permite acceder a la antigua Kasba.
Llama la atención el llamativo color rojo de la muralla, lo cual debió de haber sido construida con una arcilla de tono rojizo la cual cambia de color según el tono de la luz que se refleja durante el día, sin embargo su tono rojizo hace que combine perfectamente con el color del suelo del desierto.
Más tarde las murallas fueron ampliadas por los almohades y los saadíes. Gracias a ello hoy cuentan con más de 200 torres y 10 puertas, de estilo hispano morisco, que merece la pena conocer.
La Muralla de Marrakech rodea por completo la Medina, la cual se extiende a lo largo de unas 600 hectáreas, y que durante el año de 1985 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.