Los primeros pobladores de Martinica bautizaron a la isla con un nombre perfecto, "La isla de las Flores" por su frondosa espectacularidad y colorido. A la llegada de Colón en 1502 los conquistadores quedaron enamorados de esta isla antillana y se encontraron con los caníbales caribes que había acabado con los indios arawak. Cien años más tarde, un francés Pierre Belaine d'Esnabuc hizo una promesa a los caribes que no cumplió. Aseguró dejar la mitad occidental de la isla a los indígenas pero lo que hizo fue aniquilarlos y traer negros africanos a modo de esclavos para trabajar la caña de azúcar. Debido al enriquecimiento de la llamada Mandinina, hoy Martinica, ingleses y franceses se disputaron durante años estas tierras hoy territorio francés de Ultramar.