Los habitantes de la Comunidad de Estados Independientes son gente acogedora, hospitalaria y risueña. A pesar de los duros avatares históricos que han sufrido, este pueblo es de talante noble y sabe encajar los malos tragos con un impresionante optimismo.
El clima, tan frío en invierno, ha reforzado el carácter familiar de la sociedad. Cuando las grandes nevadas hacen muy difícil el tránsito por calles y carreteras, los habitantes de Moldavia se quedan en casa con las conversaciones, la radio y la televisión como entretenimientos. La lectura también ocupa un lugar importante en sus preferencias, de hecho, este pueblo está considerado desde hace tiempo como un pueblo culto. Sin embargo, las ciudades no se ven completamente vacías, siempre hay movimiento de personas envueltas en pesados abrigos y calzado forrado que van de un lado a otro y no dudan un instante antes de mantener una conversación con un conocido a pesar del frío. Los lugares de ocio se encuentran repletos de gente con ganas de pasárselo bien. Con el cambio político la noche tiene vida propia. En esta sociedad se madruga mucho y se va a la cama muy tarde, así que es seguro de que dormirá muy poco si se decide a seguir el ritmo.
Es necesario tener en cuenta que un turista o viajero siempre es considerado como una buena fuente de información sobre política exterior, costumbres ajenas y nivel de vida. Curiosamente el extranjero no es el que más observa en esta sociedad, la curiosidad es otro componente esencial del carácter de este pueblo.
A pesar de su amabilidad y simpatía, quizá influidos por el clima y las transformaciones políticas, los habitantes de la CEI son reservados, no le contarán fácilmente su vida, pero eludirán las preguntas de un modo correcto con un hábil cambio de conversación. También tienen fama de ser tercos y es mejor no discutir con ellos. Las mujeres y los hombres están plenamente equiparados.El régimen comunista no admitía diferencias y con el cambio político esta característica se ha mantenido. Los jóvenes tienen un gran sentido del humor y es fácil relacionarse con ellos. De hecho, "ligar" es uno de los alicientes de la movida nocturna de estas ciudades, eso sí, siempre de una manera sana y correcta. Las mujeres en este aspecto también se han igualado a los hombres.
La difícil situación económica que se atraviesa ha llevado a algunas personas a la desesperación más absoluta. El alcohol ha sido la única respuesta a sus problemas por lo que no es extraño ver a algunas personas embriagadas en la calle. Recuerde que está muy mal visto fotografiarles. También es muy frecuente ver largas colas ante los comercios, aunque los turistas no las padecen porque se evitan en las tiendas destinadas a ellos. Los habitantes de la CEI pasan muchas horas en ellas pero en lugar de desesperarse aprovechan para relacionarse y conversar con otras personas. Son realmente pacientes.
También son muy respetuosos con las costumbres ajenas, quizá, porque desde tiempos muy remotos han convivido con hombres y mujeres de distintas culturas. Es importante respetar las suyas: en las iglesias los hombres deben quitarse sombreros y gorros, las mujeres deben llevar cubiertos los hombros y en las ortodoxas, las señoras no pueden usar pantalones. En los transportes públicos es habitual ceder el asiento a los ancianos, niños y mujeres. Por último recuerde que nadie se sienta en las escaleras, umbrales, vallas y sobre todo, en el césped.