Mónaco comenzó como asentamiento griego, fue después conquistado por los romanos y finalmente cayó en posesión de la dinastía Grimaldi en el siglo XIII. En 1793 fue incorporada al estado francés y se reconstituyó en 1815 bajo el protectorado de los Saboya. Con la cesión de Niza a Francia en 1860, Mónaco volvió a depender de esta última. Desde 1949 el gobierno del principado está en manos de Rainiero III, que en 1962 promulgó una nueva Constitución. Los Grimaldi son la familia reinante más antigua de Europa.
Pero a pesar de la larga historia de Mónaco, el territorio no fue conocido hasta el siglo XIX, pues en 1856 fue cuando abrió sus puertas al público el famoso Casino de Montecarlo. La idea se le ocurrió al príncipe Carlos III, que en aquella época necesitaba ingresos y no quería cargar con impuestos adicionales a sus súbditos, por lo que decidió contratar con una compañía la aperturado de unas instalaciones de juego. En 1868 el ferrocarril llegó a Mónaco y trajo con él a varios ingleses que escapaban de los gavosos impuestos de su país. En aquél momento Mónaco pasó de ser un principado olvidado por el mundo a convertirse en un elegante punto de encuentro de la sociedad europea.