Motril se asienta en la ladera de la sierra de Lújar. Esta privilegiada situación geográfica permitió a la localidad mantenerse oculta a los ojos de la piratería durante siglos, de manera que pudo desarrollarse económicamente mucho antes que otras localidades costeras. Fue el hogar de numerosos pueblos (fenicios, romanos y árabes) que dejaron su impronta en cada rincón de la ciudad. Según la leyenda, en este lugar se refugió la madre del rey Boabdil. En el siglo XV, ya bajo el poder de los cristianos, Motril se convirtió en la capital de la zona y en la capital económica y comercial de la zona, ofreciendo salida a los productos del Valle de Lecrín y de la Alpujarra. En el año 1804 un terremoto dañó gravemente parte de su patrimonio monumental, del que hay que destacar su Ayuntamiento, la Iglesia de la Encarnación y la Iglesia del Carmen. A finales del siglo XIX la ciudad alcanzó su máximo esplendor económico con la explotación de la caña de azúcar. En la actualidad, Motril vive de la agricultura, el comercio y la actividad portuaria. Conserva pocos edificios históricos pero no deja de ser una población llena de atractivos turísticos, como las maravillosas playas de sus más de 20 kilómetros de costa. Por cualquier parte de la costa se divisan antiguas torres vigías que se alzan sobre impresionantes acantilados.