Nació la antigua Madina Mursiya en el centro del valle del río Segura. En este lugar, actual Murcia, se piensa que hubo ya en la antigüedad asentamientos íberos y romanos. Posteriormente, en el año 831, fue fundada por Abd Al-Rahman II. Con ello se pretendía poner coto a los enfrentamientos que asolaban la zona. Con este fin se levantó una muralla de 15 metros de alto y numerosas torres defensivas, llegó a tener hasta noventa y cinco torres, lo que demuestra la importancia que tuvo como capital del reino y como importante centro comercial. Una vez anexionada a Castilla es a partir de 1226 cuando Murcia experimenta una importante transformación, los gremios comienzan a tomar fuerza, se montan sederías, pañerías y alfares, y las mezquitas son sustituidas por iglesias cristianas. En el siglo XVI se produce una recuperación económica y de población. Tras otra época de inundaciones, epidemias y crisis, durante el siglo XVIII el barroco murciano refleja el esplendor urbano con la ampliación de los límites de la ciudad fuera de las primitivas murallas. A partir del XIX, la ciudad continúa su expansión sentando las bases de los cambios sociales y económicos que se prologan casi hasta la actualidad.