Probablemente la vida de este país sea una de las que han acarreado mayores dificultades a los historiadores y antropólogos pues muchos de los resquicios originales han sido arrasados por la fuerza de la impetuosa naturaleza. La increíble capacidad de su exuberante vegetación ha sobrepoblado incluso los efectos que en su suelo había dejado la Segunda Guerra Mundial. Aún así se tienen datos que argumentan que los primeros habitantes de Papúa llegaron probablemente hace 30.000 años, cuando la tierra de la isla aún formaba parte del continente.
Los malayos se establecieron hacia el 1350 en la costa oeste de la isla, y los primeros europeos llegarían en el siglo XVI. Papúa Nueva Guinea, fue dos veces bautizada, y por ello su nombre es tan largo. Primero los portugueses la llamaron la “isla de los pelo ensortijado”, Ilhas dos Papuas, del malayo “papuwah”, luego los alemanes, la denominaron Nueva Guinea por su parecido con la Guinea africana. Posteriormente españoles, holandeses, e ingleses, también tomaron parte en esta conquista.
A lo largo de los años se han propiciado numerosas oleadas de inmigrantes provenientes de las regiones asiáticas y la prueba clara de esto es la mezcla de los lenguas asiáticas con las originarias de la región.
Ya en el siglo XIX, la isla fue dividida en tres partes: La occidental la ocuparon los holandeses, el norte los alemanes y el sur los ingleses. En el siglo XX la parte británica se entregó a Australia, que tras la I Guerra Mundial ocupó la zona alemana. Durante la II Guerra Mundial Japón ocupó la mayor parte de la isla. Después de las guerras europeas, Australia administra el territorio bajo el control de la ONU.
Tras una serie de procesos de autonomía Papúa Nueva Guinea consigue la Independencia en 1975 dentro del marco de la Mancomunidad Británica. El Tratado del Estrecho de Torres de 1978 resuelve las fronteras marítimas, y en 1987 los gobiernos de Papúa Nueva Guinea e Indonesia,dueña de la otra parte de la isla, firman un acuerdo que delimita sus fronteras.