Los polacos son un pueblo que tiene fama de hospitalario. Durante toda su historia Polonia ha visto pasar por su territorio numerosos moradores que, en mayor o menor medida, han ido asentándose en él: judíos que llegaron a ser muy importantes aunque el Holocausto menguó considerablemente la población hebrea, lituanos, alemanes, italianos, franceses, etc. Esta mezcla de culturas ha configurado el actual mosaico polaco confiriéndole una unidad sólida que ha sabido absorber las mejores características de cada etnia.
La religión católica es vivida con gran devoción por la mayoría de la población polaca y esto se percibe notablemente en la sociedad. Conviene respetar las normas de este credo, en especial, durante las visitas a iglesias y demás templos religiosos.
Los polacos, por otra parte, son un pueblo culto, amante del arte, en especial de la música clásica, no en vano Polonia es la Patria de Chopin.
La mortalidad infantil es muy baja, la medicina es avanzada y el índice de alfabetización es de un 99%.
La solidaridad es un rasgo característico de los polacos y, de hecho, así se llamó el sindicato que promovió la vuelta a la democracia en Polonia.
Los polacos son galantes, educados, expresivos y muy naturales. Cada cual se comporta como es y las risas suelen resonar con frecuencia en las calles polacas. Son también muy divertidos, amantes de las fiestas, de las bromas y de los bailes, por lo que sus festividades resultan especialmente coloristas.