Fue fundada por Alfonso II en 1177 como capital de la Cerdanya, importante región agrícola íntimamente unida a la región homónima francesa. Gracias a su posición fronteriza obtuvo beneficios comerciales pero también fue escenario de conflictos durante las guerras contra el país vecino y las revueltas carlistas.
El siglo XIX supuso para la ciudad su recuperación, sobre todo por la llegada del ferrocarril y el turismo, éste último un poco más tarde.