La naturaleza en República Dominicana es rica y variada, con predominio de las regiones húmedas y poco elevadas en las que florece el bosque tropical, pródigo en maderas nobles como el ébano o la caoba. En la parte más alta se encuentran helechos arbóreos y epifitos, en la región central del Cibao los bosques de pino, mientras que en las zonas más secas predomina la vegetación propia de la sabana.
En la República Dominicana existen más de 5.600 especies de plantas de las que el 36% son autóctonas. Estas últimas guardan una gran similitud con las del resto del continente, ya que proceden de las eras geológicas cuando la isla estaba unida a la masa continental. De las especies endémicas destacan las orquídeas. Existen 67 géneros y más de 300 variedades clasificadas como la Oncidium Henekenií (con forma de diminuta “cacata”), la Polyradición Lindenií (con forma de sapito), la Oncidium Variegatum (en forma de angelito) o la Leochilus Laniatus (como si de una monjita se tratara). No hay que olvidar la Flor de Mayo de color lila, una flor muy bella y muy abundante en las costas dominicanas. Si se quiere exportar algunas de estas flores es necesario contar con un certificado de no peligro de extinción, expedido por el Jardín Botánico Nacional.
Por otro lado, son especies originarias la caoba, la palma real, el guayacán, la chirimoya, la yuca, el maní, el tabaco, el maíz, la batata y la guayaba, entre otras especies. Plantas como el cacao, el aguacate, los cítricos, el café, la caña de azúcar o los plátanos fueron introducidas tanto por los indígenas en sus migraciones como por los españoles durante los tiempos de la colonización.
De la fauna dominicana hay que manifestar que es típicamente antillana, es decir, con un elevado número de especies inferiores, numerosas aves y pocos mamíferos.
Entre las especies nativas de mayor interés destacan las iguanas de la roca, el cocodrilo americano y la jutía de los géneros solenodón y plagidontia. Estas dos últimas son de un gran valor biológico puesto que son los únicos mamíferos terrestres nativos (se encuentran en peligro de extinción).
En cuanto a la ornitofauna hay que destacar el zumbador, el guaraguao, el flautero, el barrancolí, la cigua palmera y la cotorra nativa, conocida como “cotica” y que ha formado parte de la vida dominicana desde la época taína hasta la actualidad.
De los pocos mamíferos de la isla hay que resaltar la presencia de los manatíes y de las ballenas jorobadas. Los primeros son mamíferos acuáticos que habitan en manglares, estuarios, desembocaduras de ríos y en las lagunas cercanas al mar (se les puede ver, además, en el Parque Nacional de los Haitises). En cuanto a las ballenas jorobadas, éstas emigran todos los años, desde las regiones árticas, para aparearse y procrearse. Se calcula que el 85% de las más de 6.000 ballenas jorobadas de la mitad norte del Atlántico visitan las aguas dominicanas. Se les puede ver por miles en enclaves como el Banco de la Plata (a unos 55 kilómetros al nordeste de Cabrera), el Banco de la Navidad, la Bahía de Samaná o el Cabo Engaño, todos ellos en aguas jurisdiccionales dominicanas. La mejor temporada para su observación es entre los meses de noviembre a abril. Gracias a que las ballenas jorobadas buscan las aguas poco profundas, próximas a las islas, se les puede admirar muy de cerca. Existen numerosas embarcaciones que organizan excursiones para ver a las ballenas jorobadas.