La población del viejo Riópar se trasladó en el siglo XVIII a las cercanas fábricas de San Juan de Alcaraz, Reales Fábricas a las que Carlos III concedió la autorización para explotar las minas de calamina y para establecer una fábrica de latón. Estas fábricas han estado en funcionamiento hasta tiempos bastante recientes. En la actualidad, se continúan realizando trabajos con metal en pequeños talleres artesanales.