Ripoll nació como campamento de montaña de contención de las invasiones musulmanas y creció bajo la sombra del monasterio fundado en el año 879 por Guifré el Pelós, quien se esforzó por reconquistar los territorios a los invasores y repoblar de nuevo esas zonas. A partir del 1008, cuando es nombrado Oliba abad del monasterio, la ciudad comienza a convertirse en uno de los crisoles de Cataluña a donde llegaban estudiosos de toda Europa. Pero quizás, lo que más ha influido en el comportamiento de la ciudad y su historia ha sido su constante dependencia del monasterio y sus abades. Una autoridad de la que no se libró Ripoll hasta el siglo XIX, cuando el monasterio comenzó a caer en decadencia.