Aunque eclipsado por la presencia de Egipto, Sudán posee un riquísimo legado histórico. Ya en el año 2.300 a.C. los egipcios ocupaban la región, y en el 1000 Nubia era una colonia egipcia y su principal proveedor de oro. El reino independiente de Cush, surgido de la ciudad de Meroe, gobernó Sudán hasta que en el siglo IV d.C. cayó ante su rival comercial de Etiopía, el estado cristiano de Axum. En el siglo VII llegaron los árabes desde el norte, instalándose y controlando la región hasta 1821, cuando el virrey turco de Egipto conquistó Sudán.
La apertura del canal de Suez en 1869 y el posterior endeudamiento de Egipto con las potencias occidentales favoreció la cada vez mayor intrusión del Reino Unido en los asuntos africanos. Se nombraron gobernadores y se animó a los exploradores a reconocer la zona. El más famoso de éstos fue el General Gordon, nombrado gobernador de Sudán en 1877.
El malestar de los musulmanes sudaneses se plasmó en la revuelta del Mahdi, que masacró a Gordon y sus fuerzas, pasando mahdistas a tomar el gobierno. Tras la derrota de éstos en 1898, Sudán pasa a ser de hecho una colonia británica, convirtiéndose durante los siguientes 25 años en una economía orientada hacia la exportación, principalmente de algodón y goma arábiga.
Independencia
Sudán alcanzó su independencia en 1956, pero el sur se sintió decepcionado en sus demandas de secesión o federación, sumiéndose el país en una cruenta guerra civil que duraría 17 años. Desde entonces, y hasta hoy día, el país se ha debatido en la lucha norte-sur, con numerosos golpes de estado, hambrunas y sudaneses desplazados de sus territorios.