A principios del siglo XVII un número indeterminado de familias mallorquinas se instalaron en las tierras montañosas de la Marina Alta, Valle de Guadalest y parte de la Marina Baja. Parece ser que este grupo de colonos mallorquines venían a sustituir a los moriscos expulsados en 1609. Herencia de esta repoblación son los apellidos de los actuales habitantes de Tárbena y sus excelentes embutidos, como la sobrasada.