Cuando Tayikistán fue escindida de Uzbekistán en 1929, la nueva nación-estado se vio obligada a renunciar a su bagaje cultural. Samarkanda y Bukhara, por ejemplo, pasaba a ser parte del patrimonio artístico de Uzbekistán.
Los soviéticos quisieron dotar a los tayiks de nuevos elementos de orgullo cultural, y fomentaron de modo especial el drama moderno, la ópera y el ballet, lo que dio como resultado que los años 40 se consideren la edad de oro del teatro tayik.
A partir de la independencia del país, ha habido un intento por reivindicar la cultura nacional, y antiguas figuras de del arte y el conocimiento del pasado persa de la región están siendo popularizadas. El más famoso de los filósofos-escritores del siglo X es Abu Ali ibn Sina, conocido por Occidente como Avicena. Los tayiks también admiran a Firdausi, compositor del Libro de los Reyes, una obra épica persa, y a Omar Kahyyam, ambos nacidos en el actual Irán, pero que en la época en que era parte de un imperio en el que también se incluía lo que hoy es Tayikistán.
Los críticos atribuyen el éxito de Taimur Zulfikarov -el más importante escritor tayik vivo- a su capacidad para imitar al antiguo estilo persa y estimular así el sentimiento nacionalista.