Los primeros datos que se tienen de esta localidad se remontan al año 1148. Con la llegada del siglo XIV, Vilafranca prosperó notablemente, tanto que sus mercados y ferias eran los más importantes de Cataluña. Pero como en muchas localidades de levante, la expulsión de los judíos hizo mella, produciéndose un bache que se vería agravado con las sucesivas plagas de peste que tuvieron lugar durante aquel periodo.
Durante el siglo XVI se inició una lenta recuperación y se construyeron las murallas, que acabarían siendo demolidas durante el siglo XIX. Pero en el siglo XVIII cuando Vilafranca decide abandonar el cultivo de cereales para potenciar el de la vid, lo que le llevó a entrar en un próspero período que sólo se vio frenado temporalmente a causa de la crisis de la filoxera que se vivió a finales del siglo XIX.