La gastronomía zamorana alterna platos propiamente castellanos con otros de influencia gallega dada la proximidad de ambas provincias.
La legumbre es un elemento básico en su cocina, sobre todo los garbanzos de Fuentesaúco, que no deben faltar en todo cocido a la zamorana que se precie.
Al igual que en el resto de Castilla León, están muy presentes en todos los hogares las sopas de ajo, elaboradas con sencillos elementos como son el agua, el pan, ajo y pimentón, y es muy típico tomarlas la madrugada del Viernes Santo. Otro plato típico de la Semana Santa es el "dos y pingado", compuesto por dos huevos fritos, una rebanada de pan con magro de cerdo y tortas de pan, todo frito.
Los asados son otra delicia de la comida de esta provincia, cochinillo, cordero o cabrito al horno de leña sin ningún tipo de aderezo, o la presa de ternera, previamente troceada y macerada, y después asada.
También hay buenos embutidos en la zona, un plato que se elabora con ellos es el arroz a la zamorana, rehogado con manteca, nabo, cebolla, ajo, perejil, orégano, tomillo, oreja, morro y chichas carne de chorizo.
Son muy buenas las truchas de Sanabria, cuya tradición culinaria data del siglo X. En esta misma zona, debido al influjo galaico, también se prepara un buen pulpo a la gallega y un sabroso bacalao a la tranca, hervido en pequeños pedazos y aderezado con pimiento rojo, aceite y ajo.
Si son acompañados por un buen vino de Toro, ideal para comidas fuertes, se conseguirá que sea aún mucho más intenso el sabor de estos platos.