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Comer en Andorra


Comer en Andorra

En este territorio, donde impera la fuerza de la montaña, se vive el encuentro entre dos gastronomías prácticamente soberbias: la herencia española, especialmente catalana, aporta sabores, olores y texturas fuertes y saladas, mientras que la francesa, especialmente provenzal, es la fuente de algunas de las exquisiteces de la comida andorrana. Se trata de una combinación que, por sí sola, garantiza una buena mesa.

Tratándose de un pueblo de las cumbres, donde abundaron las especies favoritas de la cacería, como el ciervo, el sarrio, la ardilla y el conejo, gran parte de los platos característicos tienen como fuente principal la carne de alguno de estos animales. Además, las escasas, pero abundantes praderas que posee el país, le han garantizado una buena dotación de bovinos, de los que se derivan platos a base de ternera. El cerdo es otra fuente bastante recurrida. La riqueza de sus ríos y lagos tiene en la trucha un buen exponente de la comida andorrana.

Con el aumento en el turismo, el país se ha preocupado por mejorar notablemente sus instalaciones y ofertas gastronómicas, modernizando sus cocinas y restaurantes. Sin embargo, se ha cuidado de no perder su natural encanto y de conservar las “bordas” o casas de montaña, donde antaño buscaban refugio y alimentos los viajeros y los deportistas que se aventuraban hacia las cumbres. Al mismo tiempo, se han incorporado los mejores y más variados elementos de la cocina internacional.

De esta forma, la oferta en lugares donde comer es extensa. Este pequeño paraíso nos regala la comodidad de una buena mesa con menús clásicos y económicos para quien no desea complicarse mucho la vida, así como platos originales y finos, pedidos a la carta, acompañados de un buen vino y pan, para quien gusta de probar e innovar su propia dieta. O bien, comidas rápidas e internacionalmente aceptadas como la pizza, el pollo frito o las hamburguesas, o las comidas típicas de montaña, con pan y queso de cabra en el interior de una casa de piedra rodeado por el encanto del pasado.

Cualquiera que sea el gusto del visitante y su presupuesto, existe la seguridad de que en Andorra encontrará una buena mesa.

Como entrada, es aconsejable una escudella, que no es otra cosa que un potaje de legumbres aderezado con el sabor del Principado. Las lentejas y el arroz, cocinados de diversas maneras y combinados generalmente con carnes o mariscos, son otra opción que vale la pena probar. Por su parte, los caracoles “a la llauna” constituyen una exquisitez refinada que contrastan con su propia sencillez. Algunos caldos similares al cocido español gozan de buena reputación y son también un buen comienzo, pero existe también la posibilidad de decantarse por las ensaladas y pastas italianas cocinadas a la catalana, o incluso una deliciosa paella con acento pirenáico.

Los quesos andorranos, tan buenos como los mejores, el jamón serrano, de muy buena calidad y un buen pan, que los hay de muchos tipos, pueden ser otra forma de iniciar la comida, si se desea algo más fuerte.

Entre los platos principales que más destacan están las “rostes al mel”, especie de lonchas de cerdo rehogadas en miel y vinagre que adquieren un sabor agridulce y una textura exquisitamente suave, que las convierte en un plato muy popular. Las “costelles a la losa”, costillas de cordero fritas en manteca de cerdo, aderezada con ajo, sobre una losa calentada al fuego, constituyen otra muestra más de esta gastronomía. Las chuletas de buey o ternera asada a la brasa son habituales y seguras, pues su sabor no se altera con muchos condimentos. El cabrito al horno es otro plato típico que conviene probar, así como el cerdo, preparado al horno, donde adquiere un delicioso sabor. El “cuscús”, el “cassoulet” y el “civet” de venado y de jabalí, son platos muy andorranos que destacan por su sabor, sus carnes y su presentación.

La perdiz a la vinagreta es la favorita entre los platos a base de aves. Tiene un sabor ligeramente ácido que se combina muy bien con la suavidad de la carne. No se puede abandonar Andorra sin haber probado este platillo. El pato es también otra ave muy popular, que se suele servir combinado con setas, legumbres, cerdo, conejo o con algunas frutas, como es el caso del pato con ciruelas y piñones.

El conejo es otro de los elementos de los que echa mano la gastronomía andorrana. Se puede tomar asado al horno y acompañado de setas o legumbres, o bien, cocinado de otras formas.

Uno de los rasgos más característicos de esta cocina es la mezcla de dos tipos de carne y en ello el conejo es uno de los favoritos por su suavidad y nobleza. Se puede encontrar combinado con el cerdo, el buey o el pato.

En cuanto a pescados, la cocina del Principado tiene agradables y deliciosas sorpresas. La trucha, el principal producto acuático del territorio, se presenta al horno, asada, en caldos, combinada con verduras y especias, bañada por champán o vino, con salsas al estilo francés o simplemente frita. Se puede pedir una trucha a la andorrana o también una trucha a la molinera, formas muy típicas de cocinarla. Otro de los pescados más utilizados es el bacalao, que pese a ser producto de mar, se consume bastante. Su preparación varía tanto como en el caso de la trucha, destacando el gratinado con almejas y el asado con pimientos. El salmón, la sepia y la merluza son otras fuentes de los platos del lugar y se cocinan de diferentes maneras que van desde la más sencilla hasta la mezcla con vino y verduras exóticas. Si su gusto y su presupuesto se lo permiten, la lubina y el caviar también tienen un lugar en esta tierra donde una extensa gama de restaurantes atienden a los más variados paladares.

Por su parte, los mariscos, pese a no ser característicos del lugar, también están presentes en este pequeño país pirenaico. En muchos restaurantes encontrará brochetas de mariscos, cócteles, cigalas, langostinos, almejas y gambas, preparadas de manera siempre original. Por último, el pulpo a la feria es un platillo ampliamente reconocido en algunas Parroquias andorranas.

En cuanto a los postres, la variedad es igualmente inmensa. Abundan los mousse, de diversos sabores y las crepas dulces. Como contrapartida, de herencia ibérica, le aconsejamos que pruebe las torrijas, pan bañado en miel y nata. La coca catalana se transforma en Andorra en la coca masegada, deliciosa pasta sin levadura hecha con harina de trigo, huevos, sal, azúcar, moscatel y aguardiente. La pastelería es igualmente exquisita, poniendo empeño en la combinación de sabores dulces y ácidos. Son peculiares la tarta de limón, la de manzana y algunos pastelillos de chocolate. Los orejones son otro postre que le cautivará. Se trata de la piel seca del melocotón, hervida con vino y azúcar, lo que le da un sabor suave y atractivo y que, al combinarse con la textura del melocotón, se convierten en un verdadero placer al paladar. Y si de frutas se trata, las macedonias de frutos secos, combinadas con algunas salsas o cremas, resulta algo muy de la zona, además de ser muy refrescantes. Por su parte, las manzanas asadas, que muchas veces acompañan a platos como el pato o el conejo, suelen ser una buena elección.

Por otro lado, existen, además, una gran variedad, cantidad y calidad de restaurantes de comida internacional. Predominan las especialidades italianas, con sus pastas y pizzas, seguidas de las francesas, que tratan de apegarse con rigor a la gastronomía gala. Sin embargo, y pese al tamaño tan pequeño del país, en Andorra se pueden encontrar restaurantes de comida árabe, hindú o portuguesa, especialmente en la capital.

Puede afirmarse que la oferta gastronómica que el Principado brinda es más que suficiente, lindando con lo brillante en cuanto a sabor, variedad y calidad. Los precios son tan variados como los mismos platos y con seguridad el viajero encontrará un sitio donde comer a su gusto y acorde con su presupuesto.

Los vinos no son característicos de la región, puesto que en territorio tan alto no cabría la posibilidad del cultivo de la vid. Aún así, es posible encontrar vinos de las mejores marcas y calidades en la mayor parte de los restaurantes del Principado, principalmente españoles y franceses. La cerveza, por su parte, también se encuentra con facilidad para acompañar algunas delicias gastronómicas.
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