Amberes, nombrada Capital de la Cultura en el año de 1933 es, sobre todo, una ciudad histórica en la que destacan sus célebres iglesias barrocas. No hay que olvidar que fue la ciudad que acogió al famoso pintor flamenco Peter Paul Rubens, además de ser la cuna de otros pintores célebres como Van Dijck y Jordaens.
El nombre de la ciudad (en flamenco Antwerpen) tiene, también, su leyenda. Según una antigua leyenda, un gigante llamado Druoon Antigoon, que dominaba parte de la ribera de la ciudad, exigía a todo navegante un elevado tributo para poder pasar y a los que se negaban les cortaban una mano. Ocurrió que el soldado romano Silvius Brabo acabó con tal tributo, matando al gigante. Después le cortó una mano (hant) y la arrojó (werpen) al río Escalda. De ahí su nombre, Hantwerpen, que al desaparecer la H quedó como Antwerpen.
A los ciudadanos de Amberes se les conoce como "Sinjoren". El apodo tiene su origen en el siglo XVI, en pleno apogeo de la ciudad. En aquel tiempo muchos ciudadanos disfrutaban de una vida auténtica de "señores" o "sinjeurs" como se decía en el español de entonces, que era tan importante en Flandes.