Los restos arqueológicos encontrados en la zona de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) datan del Paleolítico. Desde la prehistoria, la CEI ha sido un terreno habitual de paso entre oriente y occidente. Se han encontrado restos de escitas, sármatas del siglo VII a.C. godos y hunos en el III d.C. y miembros de tribus eslavas que, en el siglo VII, consiguen hacerse con el territorio que hoy ocupa el centro de Rusia y aunque se han mantenido hasta nuestros días, tuvieron que luchar con kázaros y vikingos que también obtuvieron su parte de terreno.
Los Eslovenos en Armenia Ante la llegada de los vikingos, los eslovenos se unieron creando, en el s. IX, su propio dominio desde el que se extendieron a Kiev, ocupando las actuales Bielorrusia, Ucrania y parte de Rusia. La Rus de Kiev fue adquiriendo cada vez más poder venciendo a los kázaros llegando incluso a amenazar al Imperio Bizantino. En el año 988, la Rus se convierte al cristianismo propiciando el acercamiento con los estados europeos y la creación de una auténtica cultura rusa heredera de la eslava, del alfabeto cirílico que sigue funcionando en nuestros días y de las influencias de Bizancio que decae ostensiblemente a partir del 1054, cuando se rompen las relaciones entre Roma y el Imperio Bizantino. Esta ruptura consiguió que el aislamiento fuese mayor potenciando las relaciones interiores entre Iglesia y Estado durante el gobierno de Yaroslav el Sabio. Tras su fallecimiento, se produce una fragmentación del poder y del territorio.
La Presencia de los Tártaros y los Zares en Armenia Otras ciudades toman el relevo siendo Vladimir la más importante y desde la que se emprende la unión del territorio ruso. El príncipe gobernante en Vladimir, Yuri Dolgoruki, es el fundador de Moscú en el año de 1156. Las luchas entre los rusos favoreció la invasión de los tártaros que se instalaron en Saraj. Moscú fue un fiel aliado de los invasores por lo que consiguió aumentar su poder, además de que su situación geográfica influyó ya que se encontraba en el centro por el que pasaban todas las rutas comerciales con Asia. Este apoyo finalizó en el siglo XV en el que Moscú derrota a las fuerzas tártaras, se anexiona Novgorod, deja de pagar el tributo al Kan y reconquista los terrenos ocupados por los lituanos. Una vez consolidado el territorio, era necesario consolidar la economía, así los campesinos tenían que pagar cada vez más impuestos y a cambio obtenían leyes que les concedían cada vez menos derechos en favor de sus señores, llegando a convertirse en siervos de la gleba. Por otra parte, los gobernantes dejaron a un lado a la antigua aristocracia para otorgar la propiedad de las tierras a aquellos hombres que no dudaran en combatir a su lado, acabando así con las herencias. Iván III se autoproclamó zar en el siglo XVI, convirtiéndose su reinado en el último bastión ortodoxo del mundo. Su sucesor Iván IV, conocido mundialmente como El Terrible, consiguió consolidar el poder autocrático de los zares de manera indiscutible a través de continuas guerras y de un acoso inhumano contra los boyardos, miembros de la antigua aristocracia. A su muerte, Moscú se encontraba seriamente debilitada en todos los aspectos.
La sucesión de Iván el Terrible dio lugar a numerosos conflictos internos que no se resolvieron hasta 1613 con el nombramiento de Mijail Romanov, cuyos descendientes gobernaron Rusia hasta 1917. Durante este período los campesinos empeoraron aún más su condición, se conquistó Siberia, se anexionaron parte de Ucrania y Kiev, se produjeron múltiples conflictos bélicos y religiosos y se incrementó la apertura hacia occidente de la mano de Pedro I el Grande de una manera absolutamente sanguinaria. En el interior del país se promulgaron leyes que condenaban con la muerte a aquellas personas que no vistieran ropas occidentales o no se afeitaran sus barbas y se expropiaron la mayor parte de los bienes de la Iglesia ortodoxa. Trasladó la capital del estado a una ciudad recientemente creada, San Petersburgo. Con la muerte del zar en 1725 llegó el conocido como reinado de las zarinas que si bien supuso una vuelta a las tradiciones, supuso la consolidación de Rusia como potencia mundial.
El siglo XIX en Armenia El siglo XIX se inicia con el nombramiento de Alejandro I como zar. Fue él, quien consiguió vencer la invasión de las tropas de Napoleón en 1812 gracias al duro invierno ruso. Sus sucesores continuaron con las guerras expansionistas, mientras en el interior, a parte de un intento de abolir la servidumbre de la gleba por parte de Alejandro II que murió asesinado, la situación se deterioraba cada vez más. A principios del siglo XX se suceden las oleadas revolucionarias que obligan a Nicolás II a otorgar una constitución en 1906. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Rusia se alía con Inglaterra y Francia desde el primer momento, sufriendo la invasión de Polonia por las tropas alemanas.
El Comunismo y la Segunda Guerra Mundial En 1917 se inicia la Revolución Rusa que acabó con el poder de los zares y la transformación del país en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con la muerte de Lenin en 1924, la economía sufre un fuerte retroceso mientras que el gobierno pasa a manos de la troika, Kamenev, Zinoviev y Stalin. Este último consigue hacerse con el poder expulsando a los otros dos miembros de la troika. Durante este período la economía rusa se revitaliza a través de una fuerte industrialización, la puesta en marcha del primer plan quinquenal y la estabilización de las relaciones diplomáticas que culminarán con su entrada en la Sociedad de Naciones en 1934. De 1936 a 1938 Stalin realiza una minuciosa depuración del régimen acabando con cualquier muestra de disidencia hacia su labor, lleva a cabo el II plan quinquenal y pone en marcha el III que es interrumpido por la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial que al finalizar divide el poder político mundial en dos bandos: Estados Unidos y Rusia, iniciándose la Guerra Fría.
Armenia Después de la muerte de Stalin Con la muerte de Stalin en 1953 la diplomacia rusa adquiere una importancia enorme cuyo objetivo es conseguir la coexistencia pacífica de las potencias. No fue fácil, entre otros incidentes el muro de Berlín en 1961 y la crisis de Cuba en 1962, estuvieron a punto de ocasionar una guerra que hubiera tenido efectos catastróficos. Con la llegada de Brezhnev en 1964 se inicia una intensificación de relaciones con los demás países del Este, siguiendo la línea marxista más pura. La situación mundial se tensa cada vez más, China comienza un proceso de apertura hacia el capitalismo que no gusta nada a la URSS, la invasión de Afganistán provoca una seria crisis con Estados Unidos que se agrava aún más, con la instalación en 1983 de los primeros misiles en suelo europeo, para potenciar la política de fuerza comandada por el Presidente Reagan. Andropov y Chernenko continúan en la misma línea pero con la llegada al gobierno ruso de Gorvachov en 1985, todo comienza a cambiar.
El principio del cambio en Armenia Los presidentes ruso y estadounidense, Reagan y Gorvachov, se reúnen por primera vez en Ginebra en noviembre de 1985. Los frutos se perciben claramente, en el interior de la Unión Soviética se produce una clara apertura así como una menor presión hacia en resto de los países del Este, en el exterior las relaciones diplomáticas con occidente mejoran notablemente culminando con la firma de la eliminación de los euromisiles y la retirada de las tropas rusas de Afganistán. Sin embargo, esta apertura no fue fácil para Gorvachov, múltiples críticas del sector más reaccionario, movimientos independentistas en distintas repúblicas y el Golpe de Estado fallido de 1991 que acabó con la prohibición del Partido Comunista de la Unión Soviética, mermaron notablemente su credibilidad en el interior del país en favor de Boris Yeltsin, actual presidente ruso. Gorvachov dimitió el 15 diciembre de 1991 creándose el 21 de ese mismo mes la Comunidad de Estados Independientes. La CEI está compuesta por 11 repúblicas de la antigua URSS: Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán. En los acuerdos de constitución todas ellas cedieron a Rusia el control del armamento nuclear estratégico y Bielorrusia y Ucrania firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear comprometiéndose a eliminar las armas nucleares de su territorio. La situación de la CEI no están aún claramente definida, con una economía francamente deteriorada y problemas políticos serios en Rusia todo está aun en el aire.