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Fiestas y Celebraciones en España

Las fiestas públicas de España son, entre otras, el 1 de mayo (Día del Trabajo), el 25 de Julio (Día de Santiago), el 15 de Agosto (Asunción de la Virgen), el 12 de Octubre (Día de la Hispanidad), el 6 de Diciembre (Día de la Constitución) y el 8 de diciembre (Inmaculada Concepción).

España se ha caracterizado por sus ambientes soleados y por su folklore. Sin embargo, España es también un lugar en perpetua fiesta donde algunas de sus celebraciones han alcanzado fama internacional.

Febrero

En España se celebran los carnavales en todos los pueblos y ciudades. Los más interesantes por su espectacularidad son los de Cádiz (Andalucía) y Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias).

Marzo

Es el mes de las Fallas de Valencia (Comunidad Valenciana). Del 12 al 19 la ciudad es invadida por enormes y graciosas figuras de cartón-piedra, que se queman el día 19.



Abril

La Semana Santa es celebrada en todo el país con numerosas procesiones religiosas de gran tradición y belleza. Destacan las de Sevilla y Málaga (Andalucía), Valladolid y Zamora (Castilla y León) y Cuenca (Castilla La Mancha). En Alcoy (Alicante) del 22 al 24 tiene lugar la fiesta de Moros y Cristianos, en la que sus habitantes se visten con trajes de época. En Sevilla se celebra la Feria de Abril, donde el vino de jerez, las sevillanas y cientos de casetas ponen de fiesta toda Andalucía.

Mayo

El Rocío, una tradicional procesión andaluza, a caballo y en carruajes, hasta la ermita de la Virgen del Rocío en Almonte, Huelva.

Julio

Los San Fermines del 6 al 14, en Pamplona. Los mozos corren delante de los toros, por las calles de la ciudad. Una de las estampas más características de España.

Agosto

Es el mes de la mayoría de las fiestas de los pueblos. Conciertos, verbenas, música y baile en todas las plazas de España. Destaca la Fiesta de la Tomatina en Buñol (Valencia), donde el pueblo se enzarza en una batalla con toneladas de tomates maduros.

Octubre

El día 12, la fiesta del Pilar, sobre todo en Zaragoza.

Diciembre

turrón y los dulces ponen sabor a las fiestas navideñas. Sobresale la celebración de la Nochevieja en la Puerta del Sol, en Madrid.

FESTIVALES

* Festival Internacional de Santander. Julio y Agosto

* Festival de Teatro de Mérida. En el escenario del teatro romano. Junio-agosto

* Festival Nacional de Teatro Clásico de Almagro. Septiembre

* Festival de Otoño en Madrid. Septiembre-octubre.

* Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Septiembre

* Semana Internacional de Cine de Valladolid. Octubre.

* Festival Internacional de Cine Fantástico en Sitges. Octubre.

El arte es un reflejo directo de la conciencia de un pueblo; reflejo que se matiza por la historia y se adereza con la esencia racial de su gente. España, tierra de viajeros que se quedaron por siglos y se inmortalizaron en la mezcla de sangres, costumbres, creencias y sueños, tiene un reflejo de sí misma en un arte de una riqueza extrema que no le ha podido ser arrebatado por los posteriores movimientos que le hicieron perder sus colonias y territorios en el Nuevo Mundo. No hay estilo cultural y artístico que no haya alcanzado una fuerza y un carácter especial en la península, que, con el resguardo del celo español por su pasado, permanece en la actualidad como joya viva de la conjunción de mundos y culturas distantes, únicas y eternizadas. Hay sin embargo una característica muy propia del arte en España, una que se deriva de su propia historia: esa tendencia a incorporar lo nuevo a lo viejo, a combinar el presente con el pasado se revela en la mayoría de sus piezas arquitectónicas en las que se observa una mezcla de estilos, prueba de etapas de construcción que se prolongaron por siglos y dieron por fruto un arte sobre otro. Esta tendencia enriquece la vista de sus innumerables monumentos ya que es posible encontrar en ellos la huella del tiempo y el carácter español de un solo golpe, tal y como los mismos españoles se presentan ante el mundo.

La Prehistoria

De la etapa paleolítica han quedado las magníficas pinturas rupestres distribuidas en dos zonas: el Levante y Mediterráneo por un lado y la región franco-cantábrica por otro. En las primeras, se trata de pinturas casi al aire libre, cubiertas apenas por otras rocas; se componen de obras pequeñas, estilizadas, monocromáticas en los que la figura humana es el eje central de la actividad; los sitios más relevantes son Cogull (en Lleida) y Alpera (en Albacete). Por su parte, la región del norte guarda en sus cuevas pinturas polícromas, grandes y realistas de animales de caza en los que la ausencia de la figura humana llama la atención; los colores utilizados son el rojo, ocre y negro y las más conocidas cuevas son las de Altamira y el Castillo en Cantabria y el Pindal, Ribadesella y San Román en Asturias.

Del neolítico, entre el año 7.500 y 2.500 aC. las muestras de arte más llamativas son las estructuras megalíticas conocidas como Dólmenes que son cámaras funerarias realizadas en piedra. Los más famosos son los de Huesca y Antequera.

La Edad de Bronce hizo florecer en Almería la creación e joyas y utensilios que han quedado para admiración en la actualidad. En las islas Baleares los talayots, monumentos defensivos y las taulas y navetas, monumentos funerarios, revelan un sentido artístico de los habitantes primitivos de esta zona; sentido que imprimían en sus obras relacionadas con las actividades principales como la defensa bélica y en el misticismo relacionado con la muerte.

La Edad de Hierro fundió la experiencia y visión de la vida de los iberos, tartesios, cartagineses y fenicios. Su herencia artística se manifiesta en obras de piedra tallada como la misteriosa Dama de Elche, los Toros de Guisando o los Leones de Córdoba; en orfebrería el Tesoro de Carambolo es una muestra del refinado arte de aquella época. De los fenicios han quedado también sarcófagos con figuras humanas tallados en madera y adornados con pedrería y oro, como los de Cádiz. La mayor parte de los restos de estas culturas mediterráneas se conservan en las islas Baleares, especialmente en Ibiza.

El Arte Romano

Ninguna tierra que haya vivido la presencia romana carece de una decidida influencia en su arte. Los romanos construyeron en España caminos, carreteras, majestuosos acueductos como el de Segovia, teatros como el de Mérida, puentes y arcos del triunfo en muchas de las ciudades que fundaron u ocuparon.

Como es sabido, los romanos hicieron suyo y exportaron a su imperio la visión humanista del arte griego, las dimensiones de cuerpos perfectos en sus esculturas y pinturas que se estamparon preferentemente en obras de artesanía doméstica pequeñas. La filosofía y literatura griega llegó a España por la vía romana; su impacto no tuvo un eco inmediato por el hecho de que la escritura entre los celtíberos era inexistente; sin embargo, el germen de esta cultura prevalece en todas las manifestaciones posteriores.

Los Visigodos

Con los visigodos se entra de lleno en la era cristiana en Europa. Sus obras artísticas, en especial la arquitectura y la pintura, iban dirigidas a fines eclesiales; es en esta época cuando se construyen iglesias y monasterios austeros en sus formas cuyo ornamento era a base de frisos de bajorrelieve tallados en piedra o en madera. Su mayor aportación es la importación del arco de herradura que más tarde se perfeccionaría con los árabes.

En cuanto a la orfebrería, los visigodos alcanzan un gran desarrollo, especialmente en Toledo, su capital, en donde se realizan obras de exquisita belleza.

La Influencia Árabe:

La visión musulmana de la vida tiene un eco fuerte en el arte de España. Desde sus cantos más suaves y sensuales, las jarchas, alejados en parte de la tendencia estrictamente religiosa, hasta sus monumentales obras de arquitectura.

Los árabes tuvieron tres períodos de desarrollo artístico en la península: el arte califal que dejó a su vez tres tipos de construcciones: la mezquita, de diseño cuadrangular orientado siempre hacia el muro de oraciones; el alcázar, consistente en una zona rectangular de habitaciones en cuyo centro se distribuyen hermosos jardines laberínticos y fuentes decorativas; así como la alcabaza, fortaleza rectangular rematada con torres cuadradas y la torre de vela, por donde se podía vigilar al enemigo. Las mejores muestras de este arte se encuentran en Málaga, en Córdoba y en Toledo, con su amurallada ciudad con Puerta de Bisagra. El rasgo más significativo del arte califal es el uso del arco de herradura. La decoración interior, importada de Siria, cumple con creatividad el precepto musulmán de evitar figuras humanas y de animales en el interior de las construcciones, sustituyéndolos por hermosos motivos caligráficos, geométricos y de vegetales que abundan en los techos y paredes de estas obras de la arquitectura.

El arte almohade, desarrollado hacia los siglos XII y XII, especialmente en Sevilla, florece en una etapa en la que el grupo árabe en el poder pretendía una mayor austeridad en la vida común. A esto se debe que se utilice el ladrillo y las torres cuadradas de escasa ornamentación; en contrapartida, aparecen los azulejos y se mezcla la escritura árabe con la cristiana. Un ejemplo de este estilo es la Giralda en Sevilla.

El arte nazarita, correspondiente al período de decadencia del dominio árabe en España y al reduccionismo geográfico a Granada, tiene su mayor exponente en La Alhambra. La característica esencial del estilo nazarita es el tallado en yeso de los interiores, de una fineza tal que parece un encaje bordado sobre las paredes y altos techos, mezclándose estéticamente con preciosos mosaicos con predominio del azul. Las escasas puertas guardan el mismo estilo en el tallado y los salones, recargados en su decoración, ofreciendo una imagen telescópica hacia el cielo con las increíbles figuras grabadas en los techos. Las celosías que separan los salones del sultán del harén, permiten percibir esa sutileza con la que se movían en su interior las mujeres e intrigas que componían la vida palaciega del sultán.

El arte mudéjar es una mezcla realizada por árabes convertidos al cristianismo que se asentaron en zonas reconquistadas. En sentido arquitectónico lo más relevante es el Alcázar de Sevilla y las sinagogas de Toledo. De igual manera, la forma de trabajar el oro ha quedado como herencia en la antigua capital Visigoda, Toledo, a través del damasquinado toledano que consiste en labrar con hilos de oro de tres colores a base de golpes pequeños, paisajes y figuras de singular belleza sobre un fondo negro de acero. Este arte orfebre tiene dos vertientes: las joyas y las armas de guerra, cuyas espadas lucen en su empuñadura los nombres y escudos de los grandes caballeros de las cruzadas.

En cuanto a las obras de artesanía, la influencia árabe dejó el uso del marfil y las maderas preciosas de una forma diferente, destacando la aparición de cofres en madera de diversos tamaños y estilos.

La respuesta de la Reconquista

Como respuesta a la impuesta presencia árabe en España, los cristianos desarrollaron cantos religiosos contrastantes con las jarchas árabes por su sonora austeridad; estos cantos se utilizaron en autos sacramentales, antecedentes directos del teatro, así como en la poesía; un ejemplo de ello son las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. A pesar de los esfuerzos por limitar el avance árabe con su peligrosa sensualidad, desde la óptica cristiana, los ritmos y temas terminaron mezclándose y dando pie a una variada música popular que, en contraste con la música cristiana reservada a las clases altas, fue el disfrute del pueblo y logró su permanencia.

Los árabes introdujeron la poesía lírica en España a través de sus obras refinadas y humanas que narraban la vida amorosa de los moros. Aunque gustaban, el pudor cristiano impuesto por la reconquista obligaba a rechazarlas y a desarrollar una literatura más hispánica, más tendiente a la unidad del carácter español. Es en el siglo XII con el Cantar del Mío Cid cuando se inicia propiamente la literatura española. Este poema épico en extremo relacionado con la realidad de la península en aquella época, plasma la visión de la vida medieval con belleza y sencillez. En el siglo XIII, la actividad recreativa popular se acogía a las narraciones de los juglares que convertían en héroes a los cruzados y a los artesanos de la reconquista. Para contrarrestar esta poesía popular surgió el Mester de Clerecía, que creaba obras poéticas cultas entre las que destacan las de Gonzalo de Berceo, tendientes siempre a un fin moralista. Con la influencia de Alfonso X, el Sabio, escritor de Cantigas, se introduce el uso del castellano en sustitución del latín como lengua culta.

El teatro también tiene sus raíces en esta confusa etapa de reconquista. Del siglo XII quedan autos religiosos como el de "Los Reyes Magos", escritos en verso y aderezados con música sacra.

El Arte Prerrománico y Románico

En convivencia con los estilos árabes, el arte prerrománico y románico se desarrolla en paralelo como una forma de rechazar la influencia musulmana. La arquitectura se caracteriza por una altura mayor de las construcciones y un sentido más recto en el que el uso del arco se reduce a los altares. Los techos se sostienen con capiteles esculpidos en piedra y con sentido rectangular y austero. Nacen las basílicas de dos o tres naves, decoradas interiormente con grandes murales y celosias de madera tallada. Las iglesias y construcciones de Navarra y Asturias, especialmente en Oviedo, forman la muestra más pura del prerrománico español, a pesar de los cambios que sufrieron con posterioridad.

Por su parte, Cataluña, alejada del influjo árabe, aunque más cercana a la influencia francesa e italiana, desarrolla el románico en el siglo XII, que se caracteriza por la construcción de aparejo irregular, los cabeceras y capillas prolongadas en forma semicircular, un campanario independiente y bóvedas de medio cañón. El interior está decorado generalmente por frescos en colores rojizos, ocres y negros, de influencia bizantina, pero con motivos realistas de la vida española.

Las rutas jacobeas, en el noroeste de la península, ofrecen la posibilidad de extender el arte románico de influencia francesa hacia España. Con el Camino de Santiago, hacia Galicia, se producen construcciones de este tipo en toda la zona Cantábrica que van incorporando elementos árabes en el colorido y forma de la decoración interior.

El románico ha dejado también una impresión clara en las murallas de Avila y Zamora que, pese a ser construcciones militares, revelan en algunas de sus primeras partes ese estilo refinado del románico. Hacia finales del siglo XII el gusto cambia y se inicia un período de nueva austeridad en la arquitectura; esto anuncia el antecedente del nuevo estilo gótico que se asoma en el s. XIII.

El Gótico

Este estilo, con el que frecuentemente se identifica a las principales obras de construcción europeas, entra en España por la zona cercana a Francia. Las primeras obras se generan en Roncesvalles, Cuenca y Sigüenza; enseguida los obispos de Burgos, León y Toledo encargan obras de este tipo a arquitectos extranjeros. El gótico florece en España; en Cataluña y Valencia se propaga aunque con características más particulares. En Navarra aparece con posterioridad en el mismo siglo XIII y su mayor representante es la Catedral de Pamplona.

La increíble altura que alcanzan las torres y la nave central en esta arquitectura, con su luminoso interior a raíz de sus vidrieras decoradas, son una muestra de una de las etapas más florecientes del arte en España.

De la Edad Media al Renacimiento

Los cambios que se generaron en Europa durante el final del siglo XV dieron por resultado una modificación en la forma de comprender la vida y, por tanto, un cambio en la expresión artística. El humanismo se impone en la esfera cultural y las obras de este sentido discurrieron por las numerosas y florecientes universidades españolas como la de Alcalá de Henares en Madrid y Salamanca en Castilla. Obras literarias, pictóricas y escultóricas asaltan la nueva tendencia artística en la que el hombre pasa a ocupar el primer plano y la religión se reduce a ciertas expresiones. El Renacimiento es el punto culminante de esta nueva visión del papel del hombre; a partir de esta época el arte deja de ser estrictamente religioso y se puede percibir en él al hombre que mantuvo sus deseos ocultos durante siglos.

Las obras arquitectónicas adquieren un sentido más global al ser concebidas para disfrute del hombre; surgen los palacios en contraposición de los castillos, con el añadido de la libertad y tranquilidad que la unificación española trajo como consecuencia. Desaparecen las murallas y las grandes puertas impenetrables y en su lugar se colocan preciosos jardines y piezas en mármol, especialmente italiano, madera y metales.

En la literatura, el Siglo de Oro español refleja un replanteamiento de la existencia humana en su teatro con Calderón de la Barca y Lope de Vega. El hombre se enfrenta ahora a si mismo, a sus deseos insatisfechos y sus sueños lejanos de la piedad cristiana. La pintura también sufre una modificación sustancial recreando la vida aristocrática especialmente, aunque también aparecen rostros y escenas de la vida popular.

Y mientras por un lado se creaba un desenfrenado interés por la reivindicación del hombre como eje del arte, por otro la religiosidad luchaba por imponerse a través de la contrarreforma y la presencia de obras austeras como el Escorial, producto del espíritu religioso de Felipe II. De esta etapa son también los movimientos místicos en literatura con San Juan de la Cruz y Santa Teresa, así como las obras místicas de El Greco.

Por otra parte, la realidad popular se impone y ello da pie al gusto por la novela picaresca en la cual "El Lazarillo de Tormes" y el "Guzmán de Alfarache" destacan por su satírica visión de la vida. Como contrapunto, la vida aristocrática, inalcanzable para el pueblo, se ve reflejada en exceso en la novela de caballería que alcanza un auge aterrador en el siglo XVI y XVII, así como la novela pastoril que se recrea en intentar elevar a los pastores y gente de campo a niveles de pensamiento y desarrollo místico, filosófico y religioso inexistentes en la realidad. Sin embargo, la pieza que marca un punto álgido en la literatura española es "El Quijote", de Cervantes, conocido mundial e históricamente por sus aventuras en un mundo que intenta representar con humor la aventura de vivir de entonces y de hoy.

La Era de la ilustración

Al igual que en Francia, el pensamiento de la Ilustración se trasmina hacia España con resultados en sus dominios y sistemas de vida y gobierno. Avanzando hacia una democracia que tardó en consolidarse, el arte de la época, especialmente en literatura y pintura, se consolida con aportaciones del extranjero. Esta etapa, de claro dominio francés no solo en España sino en todo el mundo, introduce en la arquitectura elementos que se consideran punta de la etapa moderna. La urbanización de las ciudades es un punto clave que los monarcas atienden, dejando como resultado el embellecimiento menos recargado de muchos sitios españoles.

Hacia finales del s. XVIII, la mirada se revierte hacia la cultura popular como fuente de inspiración del arte. La tauromaquia, vista por los ojos de Goya, es un adelanto a los movimientos que en el siglo XIX causarán furor. De esta sonora etapa de auge artístico del pintor español, el Museo del Prado en Madrid conserva las mejores piezas de su obra.

El siglo XIX

Este es el siglo del romanticismo, que en España se nutre de obras como el clásico "Don Juan Tenorio" que sitúa a los ibéricos como prototipo del galán masculino. Obras poéticas como las de Bécquer, Rosalía de Castro o piezas como las de Benito Pérez Galdós circulan para deleite de lectores de todo el mundo.

Como respuesta, el realismo y el naturalismo aparecen para enfrentar al hombre con realidades más evidentes y como puerta de entrada al impactante siglo XX.

El siglo XX

El siglo presente envolvió a España en un momento de su historia en que se definía una nueva forma de vida. La Guerra Civil destruyó numerosos edificios de gran tradición histórica que fueron renovados hacia el final de la misma, sin conseguir llevarse al olvido la memoria de una historia tan profunda como la española. La dictadura franquista obligó a emigrar a muchos de los espíritus libres de los artistas hispanos hacia Francia y América, especialmente. Bajo el control de Franco se construye el Valle de los Caídos, dedicada a los caídos en la Guerra Civil. El sentido austero, la mezcla militar y religiosa con cierto aire de modernidad se reflejan en las obras elaboradas durante la época de la dictadura. En contraste, la pintura se vuelve más audaz intentando reflejar los sentimientos más angustiantes del siglo XX. Las piezas de Dalí, Miró y Picasso, las más reconocidas mundialmente, forman parte de ese grito silencioso hacia la libertad individual que tanto se pondera en nuestra era, envueltas en una visión mucho más personal de la vida y del arte mismo.

España jamás ha dejado de producir obras artísticas y culturales de magnitud y resonancia mundial. Filósofos como Unamuno y Ortega y Gasset brindan pensamientos dispares que merece la pena conocer; los músicos intentan rescatar sus raíces culturales y populares con un aire de modernidad y ofrecen el flamenco actual en variadas versiones.
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