Los habitantes de Grecia tienen el típico carácter mediterráneo aunque con características propias. Son alegres, amantes de la diversión, la risa, abiertos, comunicativos y acogedores. El extranjero se sentirá como en su propio país y recibirá toda la ayuda que pueda necesitar. Los griegos son habladores, en un tono más alto de lo habitual, y les encanta conversar con gentes de distinta cultura ya que son muy curiosos y quieren conocer otras formas de vida, otras creencias y otros modos de comportamiento. La imaginación griega es desbordante, de hecho, existen numerosas leyendas y cuentos que pasan oralmente de generación en generación. Quizá esta creatividad procede de la Mitología, tan extendida, que relata la vida y avatares de los dioses griegos y su descendencia así como sus conflictivas relaciones con los humanos.
En los pueblos es típico ver a las mujeres charlando en las puertas de las casas aprovechando el fresco de la tarde mientras que los maridos hacen lo propio en las tabernas. La siesta es respetada por todos y durante las primeras horas de la tarde las calles suelen estar desiertas. El Tabil es uno de los juegos preferidos para las horas de relajación en la taberna.
La familia es el núcleo esencial y suele existir una estrecha relación entre padres, abuelos, tíos, primos, sobrinos y demás parentela. Los ancianos son venerados y suelen vivir con los hijos hasta su muerte, mientras que los niños son muy queridos y gozan de una amplía libertad. Como país mediterráneo que es, el machismo todavía es habitual aunque se ha avanzado mucho en este aspecto, sobre todo en las nuevas generaciones y en las zonas urbanas. La educación es obligatoria para todos y, de hecho, en Grecia existe un índice muy bajo de analfabetismo y un número muy alto de librerías. Los griegos son gente culta y les gusta cultivarse.
Otra peculiaridad griega es el profundo respeto por lo religioso así como por los fenómenos sobrenaturales gracias a La mezcla del culto ortodoxo con celebraciones paganas, procedentes de la antigüeda. Las leyendas, conjuros, ritos y supersticiones tienen un fiel reflejo todavía en las zonas rurales y se plasman en las fiestas populares.