La diversidad de agrupamientos humanos ha determinado muchas características de la cultura de Jamaica. La lengua de los campesinos recuerda la herencia africana, aunque su vocabulario se basa en el inglés; es la que se utiliza para cantar los temas folclóricos. Se pasan de generación en generación las costumbres y creencias ancestrales como el recuerdo del pintoresco personaje Anancy, el hombre-araña, que se encuentra también en el folclore de los Ashantis del Africa Occidental. En algunas comunidades del interior se ha conservado el culto a seres fabulosos como Jack Tres Dedos, el coloso rebelde de dos metros diez de alto, y Tacky, el antiguo jefe africano, los cuales no aceptaron nunca someterse a los colonos.
El culto rastafari se desarrolló en sus primeros años con gran rapidez, formando distintas escuelas de pensamiento sin ningún tipo de institucionalización. Pero todas sus variantes tuvieron, desde un principio, cuatro ideas fundamentales en común: el rastafariano creía en el carácter divino de Haile Selassie (conocido anteriormente como Ras Tafari y que fue el primer rey negro, coronado Emperador de Etiopía en 1930, asumiéndosele como el dios que había venido a la tierra para guiar a los negros hacia la Tierra Prometida); en la intrínseca superioridad de la raza negra, en la necesidad de retornar a la patria africana y en la conveniencia de formar entretanto una comunidad separada del resto de la sociedad jamaiquina. En la actualidad existen unas 20.000 personas en los barrios de Kingston que pueden ser consideradas como rastafarianas. La mayoría están concentrados en la zona oeste de la ciudad conocida con el nombre de Dung hill. A los rastafarianos se les atribuye la creación del reggae, que se desarrolló de una antigua forma de música folk en Jamaica sobre todo con elementos musicales africanos, pero con ideas traídas de la India y Europa. También tiene influencias tomadas de la rumba, el limbo y el calypso.