Durante los siglos XV y XVI su importante comercio hizo que Medina gozara de fama internacional entre banqueros, prestamistas y mercaderes. El pasar de los siglos hizo remitir su esplendor, pero a partir del XIX, se convirtió en un nudo fundamental de comunicaciones terrestres, sobre todo en lo que al ferrocarril se refiere, paso casi obligatorio entre el norte y el sur peninsular. El sector servicios, la agricultura y la industria del mueble son hoy día su principal motor económico. Además, Medina cuenta con la peculiaridad de que aquí los domingos son día laboral, pues es en este día cuando se celebran sus tradicionales mercados y mercadillos callejeros.